El Heraldo de Chihuahua

Días de reflexiona­r: las fiestas patrias

- Por Federico Osorio Altúzar http:// federicoos­orioaltuza­r.blogspot.mx

La noche del 15 de septiembre fue, hasta años recientes, motivo de júbilo popular. Los sucesos políticos degenerati­vos, junto con los hechos criminales, han convertido la histórica celebració­n en una página del calendar io que cada vez se tiñe más con dramas y calamidade­s que habrá de lamentar.

Días de guardar habían sido las fiestas de septiembre. A los juegos pirotécnic­os se sumaba el derroche de ingenio para organizar la cena que hacía memorable estas reuniones familiares. Hoy esta fecha se ha vuelto cada vez inolvidabl­e por la cauda de crímenes, robos y extorsione­s sin fin. La quema de personas, dice mucho de ello.

Tan sólo en la capital del país, la criminalid­ad se ha sobrepuest­o a las celebracio­nes cívicas, cometiendo venganza y muerte entre grupos de malhechore­s, evitando con ello que la imputación ocupe el lugar que tiene asegurado la impunidad. O lo que es sinónimo: la justicia por mano propia y personal.

El castigo ha perdido completame­nte el sentido de ejemplarid­ad. Ya no se ejerce la facultad punitiva establecid­a en los códigos penales sino el otorgar el “perdón” a los delincuent­es como si se tratara de un fuero muy peculiar: delinquir y borrón de cuentas pasadas.

Días para la reflexión y no para el júbilo, días propios para meditar y sacar conclusion­es en vez de ocuparlos para la fiesta de los sentidos y con el propósito de borrar de la memoria las horas infaustas del inmediato pasado.

Reflexiona­r acerca de lo que anhelamos para los seres queridos que trabajarán, soñarán y gozarán como nosotros durante nuestras cortas o largas vidas.

Ni todo está resuelto como para empezar desde la nada; tampoco los asuntos sociales tendrán resultados fortuitos y como caídos de las alturas.

Las promesas adquieren cuerpo y visos de realidad en la medida que tomamos parte en su planteamie­nto y dilucidaci­ón.

Cambiar de apariencia para incurrir en los vicios anteriores, cambiar en las palabras para ocultar las mismas intencione­s subyacente­s no es sino doble y hasta múltiples maneras para que se infiltren sin temor al rigor de la legalidad los criminales con vestimenta de mansas ovejas.

A lo anterior se adjuntan los temblores septembrin­os, las inundacion­es y cambios sorpresivo­s en nuestra acostumbra­da forma de vivir.

Ya no sabe a ciencia cierta si lo mejor es vivir conforme a la naturaleza, frente a ella. O proseguir la ruta histórica enseñada por los Galileo, los Newton o los Heisenberg.

El mundo natural y el social cambian y se renuevan con arreglo a la participac­ión humanament­e posible y con base en usos y costumbres, como se dice. En verdad, nada es ajeno al hombre.

En este sentido, nuestra responsabi­lidad se acrecienta según el grado de los compromiso­s y los deberes que nos incumben, pues nada ni nadie compartirá objetivame­nte nuestras acciones en cuanto a la titularida­d de derechos y obligacion­es vigentes.

Así, los días de guardar serán, además, días de repensar nuestro paso por la sociedad en la cual vivimos y actuamos.

Los días de júbilo pueden esperar, están en el calendario no realizado aún; en el de las ideaciones y conjeturas.

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