Cancelar la Reforma Educativa sería la pifia más funesta de los “morenos”
“Se va a cumplir el compromiso de campaña de echar abajo la Reforma Educativa y no va a quedar ni una coma de la reforma” -Mario Delgado, coordinador de diputados de Morena (12/09/18)
¿Qué objetivos tiene la educación? Forjar el carácter, elevar el espíritu, transmitir conocimiento intelectual y emocional, inculcar y reforzar principios y valores para el desarrollo individual y colectivo, infundir normas de convivencia, dotar de instrumentos laborales, etc. La educación sirve para eso y más; su utilidad se percibe individualmente y cada quien jerarquiza los objetivos anteriores en el orden que le place. Sin embargo, también es vital entender su función socioeconómica, como formadora colectiva de cuadros para transformar la realidad a la vertiginosa velocidad que demandan los cambios globales.
Bajo esta perspectiva, los “morenos” están a punto de atorar el progreso del país, al eliminar la evaluación de los docentes, con el consecuente daño a la calidad de la educación pública promovida por la Reforma Educativa recién iniciada, e hipotecando el futuro de millones de niños y jóvenes mexicanos, quienes competirán laboralmente con desventajas en un mundo inmerso en la era del conocimiento, la inteligencia digital, la tecnología y la robotización. En este aspecto, la calidad educativa hace la diferencia.
Andrés Oppenheimer, en su reciente libro “Sálvese quien pueda”, comenta que México va a ser golpeado más que nadie por su bajo nivel educativo y por ser manufacturero (maquilador), ya que los robots reemplazarán el trabajo rutinario y mecánico con mayor eficiencia y menor costo. También peligra el futuro de los docentes, médicos, artistas, contadores, banqueros, periodistas, abogados, tenderos, restauranteros, etc., en la medida en que sus funciones se vayan automatizando. Afirma que este proceso global inició hace más de un lustro y predominará en un lapso no mayor a diez años. Nuestros políticos y gobernantes están en la luna, pues excluyen estos temas de su agenda prioritaria; por contra, están boicoteando los esfuerzos por mejorar nuestra educación, en perjuicio de la formación de los alumnos, de la recapacitación de los profesores reprobados y, obviamente, de la oportunidad de nuestro país para acceder a niveles más altos de productividad y competitividad ante las nuevas circunstancias.
Si concordamos con la tendencia arriba descrita, más nos vale depurar y apurar la citada reforma; queda muy poco tiempo para hacer los cambios que nos permitan combatir las consecuencias sociales -como el desempleo masivo- que nos amenazan en el mediano plazo.
Propuesta absurda: que el pueblo amorfo que nunca se equivoca reinvente la política educativa. Como padre y abuelo, rechazo y condeno con toda mi alma, con todo mi corazón, con mis escasos conocimientos y con mi larga experiencia como profesional y catedrático universitario, la posición demagógica y retrógrada del faccioso coordinador de los diputados “morenistas”, y conmino a los ciudadanos sensatos a abandonar su apatía y a manifestarse contra esta pend… que puede hundir a nuestro venerado país.
Tengo la esperanza de que AMLO, con su reiterada actitud pragmática, dé instrucciones a sus lacayos legislativos en el sentido de promover el perfeccionamiento legal de la reforma de marras y que rectifique (como tantas veces lo ha hecho) su postura de campaña que se puede malinterpretar como complicidad con la CNTE y la “Gordillo”. Dios nos libre de que la rectoría de la educación pública obligatoria regrese a las cúpulas gremiales del magisterio. Pido perdón por usar un léxico ajeno a mi estilo.
Varios periodistas nacionales dudan que AMLO y su equipo tengan los conocimientos y las habilidades necesarias para llevar a cabo una administración pública efectiva; la declaración transcrita en el encabezado ayuda a reforzar tal inquietud.
Este escribano aún cree en la bonhomía del tabasqueño, pero las imbecilidades de algunos de sus colaboradores cercanos, aunadas al aviso de despedir al 70% del personal de confianza del gobierno federal (200,000 funcionarios que detentan el talento pensante, directivo, organizador, sistematizador y fiscalizador), presagian caos administrativo y financiero.
Estoy seguro de que la ciudadanía democrática, informada de la realidad y previsora del futuro de México, influirá en el diseño de las políticas públicas que beneficien a la mayoría de la población. Espero que mis pocos lectores reflexionen lo aquí elucubrado y actúen en consecuencia.