A un año del 19-S
Se cumple hoy un año del terremoto que recordó a la Ciudad de México, justo el día de aquel temblor de 1985, lo vulnerables que somos ante los embates de la naturaleza. 32 años después, las heridas (muchas de ellas aún no sanadas) se reabrieron junto con el estremecimiento de la tierra.
Cuando se empezó a conocer la noticia, muchos la descartamos porque creíamos que se trataba de un simulacro (tal como se ejecutó apenas unos minutos antes); por eso y porque, bueno… en la Ciudad de México “siempre” tiembla, ¿no?
Minutos después, cuando comenzaron a viralizarse los videos y fotografías, justo antes que el sistema de telefonía se saturara, nos dimos una idea de lo que los habitantes de esa ciudad estaban viviendo… y lo que faltaba.
Pasaron más de tres décadas y parecía que en materia de edificación no habíamos aprendido nada como país, no así en materia de protección civil, pero también de solidaridad, de empatía, de luchar hombro a hombro por resurgir de nuevo de entre los escombros.
Y como suele suceder en situaciones tan abrumadoras, el 19-S -como se le bautizó- mostró lo mejor, pero también lo peor de las personas. Falsos fideicomisos, usar el nombre de los damnificados para beneficios personales y hasta montajes rentables para generar audiencia.
A pesar de esto, me aferro a lo mejor. A esas personas que levantaron escombros, que se enfrentaron incluso a autoridades que quisieron concluir búsquedas cuando aún había esperanzas de sacar de entre los derrumbes a personas con vida.
Me quedo con el alivio de poder escuchar la voz de esa hermana que después de horas “desaparecida” entre la confusión, por fin pudo hacer contacto y decir que estaba bien, que las líneas estaban saturadas, que no había celulares porque había fuga de gas y representaba un riesgo… que no podía hablar mucho porque había más gente que debía comunicarse y que colgaría porque iban a ver dónde se requería ayuda.
Y así fue… Muchos dieron lo que tenían y más. Su tiempo, su comida, su compañía, su fuerza… Su ser.
A un año de este fuerte embate de la naturaleza, hay personas que no han recuperado sus hogares, empleos y vidas “normales”, aún hay tareas pendientes de las autoridades delegacionales. Hay por supuesto quienes perdieron más que lo material tras este acontecimiento.
Valga este espacio para honrar la memoria de todos aquellos que perdieron la vida y como homenaje a todos esos héroes de carne y hueso que ayudaron al centro del país a iniciar de nuevo.