El fin de una burocracia dorada
Decía en días pasados en un comentario publicado en Facebook que me siento parte de ese gran conglomerado que fue “Juntos haremos historia”, que dio un triunfo electoral tan contundente a Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Este conglomerado va mucho más allá de las siglas del Movimiento de Regeneración Nacional, del Partido del Trabajo y del Partido Encuentro Social. Abarca también desprendimientos de electores conseguidos en los demás partidos y de muchas personas que nunca militaron en ninguno. Me identifico también con la mayoría de las propuestas de cambio que en su momento promovió AMLO, las cuales formaban parte de su proyecto de nación. Así mismo con las decisiones que ha promovido y aprobado la mayoría con la que contamos en el Senado y en la Cámara de Diputados.
Estamos viendo el principio del fin de una burocracia dorada, acostumbrada a una vida de privilegios a costa del hambre de la inmensa mayoría. El fin de sus pachangas, del uso discrecional de los recursos puestos a su servicio, de sus viáticos sobrados. Una conducta a la que también se acostumbró la mayoría de la población, como si fuera algo connatural a los políticos y funcionarios de la administración pública, es decir, el disfrutar de todos los beneficios que el poder da.
Hoy vemos discutir en el congreso el plan de austeridad republicana, que termina con una serie de privilegios en los tres poderes de la unión, la desaparición de las pensiones de los expresidentes, el tope salarial de 108 mil pesos mensuales a los funcionarios de la alta burocracia. De hoy en adelante ninguno de esos burócratas prominentes puede ganar más que el presidente de la república.
Dicha iniciativa era reclamada y hoy es aplaudida por esa mayoría que siempre ha vivido en la pobreza, y cuando más en cierta medianía, mientras veía a sus gobiernos vivir en la opulencia.
El ahorro conseguido con estas decisiones servirá entre otros propósitos para financiar la duplicación del monto de apoyo a los adultos mayores y personas con capacidades diferentes, las becas de estudiantes y la capacitación de jóvenes para el trabajo.
Las medidas aprobadas por los legisladores no son muy bien vistas por algunos periodistas y analistas que estaban acostumbrados a una clase de políticos y funcionarios pudientes que hacían ostentación de sus derroches y algo les compartían. A esos periodistas al parecer no les importaban las políticas dispendiosas de quienes gobernaban, con tal de que algo se derramara en su provecho.
De ahí la necesidad de que quienes compartamos una postura de apoyo al nuevo estado de cosas pugnemos por que prosiga el avance y tratemos de estar mejor informados de sus alcances y beneficios, para tratar de aclarar a la gente las deformaciones promovidas por opinantes contrarios a nuestra causa. Hacer causa común a favor de nuestra aspiración a una vida más decorosa para nuestras familias, que a lo largo del tiempo han carecido hasta de lo indispensable.