UN AÑO DE LUCHA Y DE PROMESAS
Nos quieren condenar a vivir por siempre en campamento, dijo su líder Francia Gutiérrez
CDMX.- Vestían de blanco y en sus rostros se refleja la angustia. Se reúnen frente a lo que un día fue su hogar y no les queda más que recuerdos. Empiezan las lagrimas pero están acompañadas de una fortaleza que les hace seguir luchando.
El 19 de septiembre de 2017 escucharon hablar de un caudal de donaciones que les daba aliento, un año después siguen preguntando en dónde están.
Aunque las organizaciones civiles les han apoyado y se han logrado 30 viviendas temporales, permea el sentir de injusticia.
También tienen 20 casas de campaña que China donó desde septiembre pero que la Cruz Roja les otorgó como apoyo hasta marzo 2018. Aún no es suficiente.
A un año del sismo que colapsó al Multifamiliar de Tlalpan la exigencia de justicia y vivienda digna persiste.
Se tomaron de las manos y desde el campamento de Gálvez hasta el último metro del Multifamiliar se formó una cadena humana. Los acompañaron quienes no se han vencido en la lucha. El abrazo entre madres por la pérdida de sus hijos, los vecinos en busca de un hogar, la valentía de los rescatistas que también revelaron su conmoción... luego, el silencio.
Un puño en alto y calzada de Tlalpan recordó la unión. Regresaron el llanto y el temor pero con ellos la solidaridad de los capitalinos al sonar de la alerta sísmica que revivió aquel día.
Como la ayuda sigue siendo insuficiente, decidieron salir a la calle a recordar sus exigencias de justicia.
A las 16:00 horas la tristeza se transformó en lucha: “Damnificados unidos serán reconstruidos” gritaron por calzada de Tlalpan a la altura de aquel edifico en San Antonio Abad del que aún hay rastros de destrucción.
Se sumaron otros colectivos de lucha, esos que han aprendido a vivir con el dolor. Codo a codo caminaron juntos para cumplir el sueño de volver a casa.
También llegaron los que se solidarizan con la lucha, ellos les apoyaban para que no se vencieran. Marcharon frente a edificios agrietados donde los vecinos sólo observaban.
Llegó la primera parada en Bolívar esquina Chimalpopoca, otro punto de quiebre. Regresaron los puños al cielo y la impotencia de saberse sin avances.
Fernando Sánchez Lira perdió a su madre y a su hermana en una empresa que aún no ha demostrado interés. Sigue en pie de lucha y solo exige deslindar responsabilidades.
Se recuperaron, como saben hacerlo, y regresaron al andar. El Zócalo fue quien los recibió para escucharlos se sumaron a un costado del antiguo ayuntamiento.
“Denunciamos al gran ausente incapaz de notar actos corruptos. Nos quieren condenar a vivir por siempre en campamentos” denunció Francia Gutiérrez.
A los damnificados cada día les parece un lustro y pese a la lluvia, el aire y las inclemencias, el desastre social ha sido más duro de vencer.
En el discurso desde el Zocalo llovió. Pero ni la lluvia ni el viento detiene al movimiento.