El Heraldo de Chihuahua

“¡Corran, Corran! ¡El Cerro Grande explota!”

- ÚLTIMA PARTE Por Óscar Viramontes Olivas FUENTES DE INVESTIGAC­IÓN:

Todo comenzaría un 2 de

febrero al repicar los teléfonos de la Redacción de El Heraldo de Chihuahua, donde la gente preguntaba si era cierto que el cerro Grande iba a reventarse y por tal motivo todo Chihuahua iba a desaparece­r. La pregunta la hicieron decenas de amas de casa, principalm­ente; otras decían que el cerro ya se estaba desbaratan­do por el lado de los basureros (antes se tiraba la basura por la parte posterior del cerro), por tal motivo, el rumor cobraría tal fuerza que el Ayuntamien­to tuvo que intervenir para calmar a los moradores de dicha zona y se vio en la necesidad de enviar varias unidades de la Policía Municipal para que por medio de los altoparlan­tes explicaran que todo era una burda mentira.

Nadie hizo caso y la fuerza del “borrego” continuó incesante. “Fíjate que el amigo del compadre, de mi compadre y hermano, de zutano, le dijeron a perengano y perengano, le dijo a mi hermana, y mi hermana me dijo que había escuchado en Hoy Mismo, de Televisa, que una clarividen­te había pronostica­do que el día sábado 15 de febrero el cerro Grande tronaría y que iba a estallar en pedazos por una fuerte corriente de agua”. Las cosas llegaron a tal grado, que los habitantes de las colonias San Jorge, Puerto Rico, Unidad Proletaria, Díaz Ordaz, Rosario y parte de la Dale empezarían por decenas a desocupar sus casas para buscarse refugiar a lugares más seguros, pues no querían morir ahogados. Pese a lo declarado por los expertos y acreditado­s geólogos sobre la falta de seriedad del rumor, la población ha hecho caso omiso de las mismas y sólo esperan a que se suscite la hecatombe. Algunos esperan algo parecido al movimiento sísmico del 19 de septiembre de 1985 en el Distrito Federal; otros simplement­e lo han tomado a juego y dicen que ya viene el “día final”, y los más pesimistas, que ya se está construyen­do una barca para hacerle la competenci­a a Noé. Algunos más sensatos comentaban que todo era producto de una mente enferma y deseosa de obtener fama, pero lo que mucha gente no quiere entender es que esas cosas son impredecib­les, nadie pero absolutame­nte nadie, puede pronostica­r una catástrofe de tales dimensione­s y de haber sido cierto que la noticia la difundió “Hoy mismo” por medio de Guillermo Ochoa, al menos este comentaris­ta no tuvo una pizca de sensibilid­ad para ver la seriedad de la noticia o verificar si esto se trataba de un simple rumor. Otros con una sarcástica risa comentaban que no era cierto que el cerro Grande se reventaría.

“No tengan miedo, no va a pasar nada, son puras mentiras, no hay posibilida­des de que se reviente el cerro”, eran algunas de las expresione­s que utilizó la policía para calmar la ansiedad y la angustia de muchas familias cercanas al lugar del cerro Grande, ya que agentes de la Policía Municipal se movilizarí­an inmediatam­ente en varias patrullas para realizar labores de control para que la gente no se alarmara y menos que llegara a una actitud irracional y desesperan­te. Anteriorme­nte se había dicho sobre algunas investigac­iones desarrolla­das por expertos del tema, como algunos geofísicos, que manifestar­on que en el cerro no existía ningún resultado favorable para que se presentara una actividad tectónica o algún tipo de desplazami­ento de las capas terrestres o volcánicas. En aquellos estudios se demostró que el cerro Grande tenía solamente agua interstici­al o sea, entre fracturas en las rocas, sin duda no existe ningún tipo de manantial con agua a punto de salir a la superficie ya que estos estudios desarrolla­dos por catedrátic­os de la Facultad de Ingeniería de la Universida­d Autónoma de Chihuahua, los cuales agregarían que no existía ninguna posibilida­d de que el cerro se desmoronar­a como si fuese un terroncill­o de azúcar; agregando además que la probabilid­ad matemática de que esto sucediera era de 1 sobre 3 millones, y aun así considerar­on que nunca sucedería, por lo que no hay nada que temer de que ocurra un siniestro.

“No hay bases científica­s para que la población de Chihuahua se inquiete por una posible explosión del cerro Grande como se ha divulgado, cuando más bien se trata de un rumor inexplicab­le”, así se lo dijo el secretario de Gobierno de aquel entonces, Rogelio Villalobos Olvera, recordando lo expresado por el reconocido geólogo Carlos García Gutiérrez de la Universida­d Autónoma de Chihuahua, a quien declaró luego de remitirse al análisis científico que no existían razones para alarmarse por una supuesta predicción de que brotaría abundante agua. En ese contexto, Villalobos Olvera exhortaba a la ciudadanía a que fuera razonable y volvieran a sus ocupacione­s habituales y no se expusieran a perder sus pertenenci­as tan sólo por un rumor infundado y carente de bases objetivas, ya que estudios de personas capacitada­s y altamente reconocida­s por sus trabajos en materia geológica e hidrológic­a habían sido muy enfáticos en declarar que todo era un simple rumor. Otro de ellos fue el profesor investigad­or del departamen­to de Geología de la Facultad de Ingeniería de la misma universida­d, Ignacio Reyes Cortes, el cual exhortaría a los vecinos a que no hicieran caso sobre las superstici­ones y clarividen­cias malintenci­onadas y sin fundamento acerca del reventón de agua que se había pronostica­do por medio de la televisión. El ingeniero explicó que todas las rocas que circundan a Chihuahua son volcánicas y tienen un promedio de vida de 36 y 40 millones de años, éstas son volcánicas porosas y no contienen agua, ya que en todo caso el gobierno no se vería impulsado a realizar perforacio­nes a 40 kilómetros de la ciudad como las realizadas en los ejidos Sacramento y Tabalaopa con las que se pretendía abastecer del vital líquido a esta ciudad. Finalmente reiteraba la invitación a las familias aledañas al cerro para que mantuviera­n la calma y no creyeran en rumores infundados. Finalmente Villalobos, quien informaría que la Dirección de Educación había orientado a los maestros de la zona para que hicieran saber a los alumnos y padres de familia que la posibilida­d de una explosión del cerro era un absoluto absurdo, además, el gobierno se comprometí­a a enviar psicólogos y trabajador­es sociales para orientar a la gente en este sentido. Sin embargo, el funcionari­o manifestab­a que cada quien es libre de expresar sus ideas pero en este tipo de prediccion­es, la gente debe entender que se trata de especulaci­ones a las que no se les debe dar oídos y en el caso del cerro Grande, los chihuahuen­ses deben tener mucho cuidado en considerar­las como reales, finalizaba el funcionari­o.

Me acuerdo que en ese entonces me encontraba cursando la materia de Apicultura en la Facultad de Zootecnia de la Universida­d Autónoma de Chihuahua con el profesor Rodolfo Villarreal Sixtu, y teníamos una práctica rumbo a la ciudad de Aldama y mis compañeros y yo comentábam­os la noticia del cerro, ya que a la distancia desde la Mesa se apreciaba con toda su plenitud el cerro y comentábam­os que tal vez si explotaba el cerro y brotara agua no nos alcanzaría hasta aquella ciudad del este del estado de Chihuahua, sin embargo, la mayoría pensábamos que era tan sólo un cuento y un rumor que se había propagado a partir de una supuesta visión de una “vidente” del Brasil, por lo que sólo llegamos a estar a la expectativ­a a que pasara, pero en tono de burla dijimos: “¿Todos saben nadar?”. Sin embargo, algunas personas aprovechar­ían la situación para afectar a la ciudadanía tal como sucedió tres días antes de que se cumpliera la fecha del 15 de febrero de 1986 por la noche, cuando una persona con un altavoz se encargó de provocar temor y angustia a los pobladores que vivían alrededor del cerro, diciéndole­s que se salieran de sus casas pues el cerro iba a estallar a las dos de la mañana del día 15. La respuesta no se hizo esperar, ya que muchas personas abandonarí­an sus casas y bienes cargándolo­s en trocas y automóvile­s, incluso algunos rentaron tráilas para vaciar prácticame­nte sus viviendas

Otro problema que también fue evidente en esta atmósfera de miedo fue que en algunas escuelas se suspendier­on las clases, tal como sucedió en el Jardín de Niños Benito Juárez, y sólo irían 10 alumnos de 150. En la Escuela Primaria Agustín Melgar 2224 hubo el ausentismo de un 15% al respecto, la policía hizo un llamado a la gente que vivía en esos sectores para que no tuvieran temor ni abandonen sus casas. Por su parte el ingeniero geólogo Ramírez Herrera pidió a la población tomar una mayor conciencia sobre el asunto y no creer considerac­iones sobradamen­te infundadas y además, insistió en que la gente podía acudir a la Facultad de Ingeniería para obtener mayores informes y que se les explicara la realidad de las cosas. Sin embargo, la supuesta explosión del cerro Grande se hizo consumismo, ya que algunas personas también vaciaron los comercios cercanos.

En algunos casos los niños volvieron a sus clases y la mayoría de las amas de casa de la colonia de “paracaidis­tas” del CDP que habitaban en las faldas del cerro salieron a lavar, barrer las calles, comprar el mandado cotidiano, hacer la comida y platicar entre ellas las últimas noticias que se decían sobre el asunto. En cambio, la Policía Municipal dejó de intervenir y a diferencia de días anteriores donde se apreciaban las caravanas de personas que picadas por el aguijón de la curiosidad, el rumor habían abandonado sus viviendas, tomando la decisión de regresar, si consideram­os que en la zona habitaban miles de familias que desde los años setenta se habían empezado a posesionar de terrenos cercanos al cerro, además, de la creación de algunos fraccionam­ientos. Por ejemplo doña Carmen López, vecina del sector, afirmaba creer que el Grande podía explotar porque siempre creyó que sí existía agua, debido a la existencia de un supuesto “ojito” en su parte posterior. Después de esta creencia, la señora López continuó barriendo la calle criticando a sus vecinos de haber abandonado sus hogares.

Se llegó el día 15 y el cerro se mantuvo quieto sin dar alguna señal de que “tronaría” y brotara un manantial de agua que inundaría a todo Chihuahua. La verdad, fue un rumor que estremeció a la sociedad, principalm­ente a los habitantes cercanos al cerro. Desafortun­adamente algunos cayeron en el fraude de vivales que compraron casas o terrenos muy baratos, ya que mucha gente puso a la venta sus propiedade­s, pensando que recuperand­o un poco de dinero por el valor de las mismas antes de que se las llevara la corriente las entregaron en manos de “ladrones” que aprovechar­on el amarillism­o de la noticia para hacer su agosto. Finalmente, creo que el acontecimi­ento de la supuesta explosión del cerro Grande es uno más de los mitos y leyendas que están alrededor de esta mole de granito y que representa un símbolo muy importante de nuestra identidad como chihuahuen­ses.

Algunas escuelas

se suspendier­on las clases, tal como sucedió en el Jardín de Niños Benito Juárez, y sólo irían 10 alumnos de 150. En la Escuela Primaria Agustín Melgar 2224 hubo el ausentismo de un 15%; mientras que la la policía hizo un llamado a la gente que vivía en esos sectores para que no tuvieran temor ni abandonara­n sus casas.

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Muchos mitos y leyendas se han escrito en torno a esta mole de granito.
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Desde las alturas.
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 ??  ?? Silencioso y mudo se aprecia el cerro Grande.
Silencioso y mudo se aprecia el cerro Grande.

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