Nuestra historia local está llena
de misterios y casos que tal vez en algún espacio del tiempo quedaron olvidados en el polvo, y uno de esos abominables recuerdos fue algo que tenía que ver con un crimen, al igual como lo fue el narrado la semana pasada con el caso Cereceres; ahora, nuestras energías se trasladan a la ciudad de Chihuahua allá en los comienzos de la segunda década del siglo XX, cuando una mujer con la intención de cobrar tal vez venganza o motivada por el encargo de “alguien” se abalanza con un picahielo en contra del señor don Genaro Góngora, conocido comerciante de finales del siglo XIX y principios del XX y cuya descendencia también ha sido progresista dentro del comercio en esta capital, por ello, tuve la oportunidad de entrevistar a su nieto, mi buen amigo Mario Góngora H., quien nos compartió detalles de este atroz acontecimiento en contra de su abuelo don Genaro
Comenta Mario Góngora, nieto de don Genaro: “Creo que lo sucedido en la época cuando acribillaron a mi abuelo fue un hecho horrible que quedó en la plena impunidad, como quedan muchas cosas aquí en este país. No se trata de un hecho ficticio, sino verdadero, y me tomó mucho tiempo en poderlo meditar y analizar el cómo y por qué se perpetró este homicidio, y aunque los responsables materiales e intelectuales seguramente ya sufren el peso de la ‘justicia divina’, la mexicana nunca hizo absolutamente nada y menos tan siquiera ‘tocó’ a los responsables, debido a que éstos estaban bien amarrados con influencias por su poder político que tenían dentro del gobierno y en el sector del comercio local y en la sociedad en general. Pienso que ahora tendrán que padecer de la ‘justicia’ moral y social de la historia ya que por décadas estos infames criminales mantuvieron amenazada a la familia de mi abuelo Genaro y condicionada de que si se ponían a investigar por cuenta propia el impune hecho, los hijos de Victoria, esposa de Genaro, también sufrirían las consecuencias al igual que el padre.
“No trato de decir que don Genaro haya sido un acaudalado o alguna personalidad de la realeza ¡No!, sino es mi abuelo, nuestro abuelo, y siento tristeza cuando recuerdo a aquellos individuos que ejecutaron el plan para asesinarlo. Los nombres de los autores intelectuales tal vez causarían todavía después de más de noventa años cierto revuelo y escándalo en nuestra sociedad, dentro del mundo del comercio local y sobre todo dentro de la actividad en la procuración de justicia, en el que todavía se admiran famosos personajes penalistas. Un crimen sin precedente, siendo víctima el señor don Genaro Góngora, cuando se leía en primera plana en El Correo de Chihuahua, diario local, aquel martes 22 de septiembre de 1925. Aunque el asesinato se había llevado a cabo el domingo anterior, 20 de septiembre del mismo año, a las 16:00 horas, continuando el diario comentando que con un picahielo sería asesinado el conocido industrial que tenía su negocio y sus fincas en el barrio de la Industrial y el Santo Niño, donde era muy apreciado.
“Dadas las múltiples ocupaciones de mi abuelo don Genaro con el Hotel Góngora y su servicio de equipaje o carga ligera, que estaban ubicados frente a la estación y talleres del ferrocarril por la ahora avenida de las Industrias por la parte trasera del ahora Centro de Convenciones, que por cierto ahí se empezaron a hospedar los primeros menonitas llegados desde San Antonio de los Arenales, hoy Cuauhtémoc, a Chihuahua. Además del hotel, contaba con una Genaro Góngora tienda denominada ‘La Victoria’, cuyo giro eran los abarrotes, situada por la avenida Hidalgo, esquina con la ahora Heroico Colegio Militar, y a un costado del que fuera el cine Alejandría. Finalmente, era también propietario de una dulcería con un sinfín de novedades que estaba establecida en las calles Aldama y Séptima, denominada ‘El Niágara’. De alguna forma todo esto era el patrimonio de la familia que trabajaban honestamente y muy duro, para ofrecer a sus clientes un buen servicio y a buenos precios, por lo que siempre se estaba actualizando para que esos negocios se mantuvieran vigentes al gusto de la ciudadanía. Por ello, don Genaro tenía que estar muy bien informado de lo que sucedía en sus alrededores, así como en el estado de Chihuahua y en México en general, por lo que siempre le gustaba leer el periódico por las tardes en la esquina de su tienda La Victoria, en la colonia Industrial, periódico como el Correo de Chihuahua de don Silvestre Terrazas, era uno de sus favoritos porque decía que era muy objetivo y valiente en contra del gobierno.
“Pasaron los días, las semanas y parecía que todo se llevaba en santa paz después de la tremenda