El Heraldo de Chihuahua

LOS FIERROS EN LA LUMBRE

El líder

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Pensando en la llegada del

momento histórico en que Andrés Manuel se hizo cargo de la presidenci­a de México, escribí estas palabras que venían acomodándo­se hace muchos días. Al principio eran unas cuantas hileras, pero con los días se fueron agregando nuevas ideas y reflexione­s que salían desde lo más profundo de mis emociones, que nunca han sido escasas y ahora menos.

Usando la expresión de Violeta Parra, doy gracias a la vida por haber vivido tanto, por estar aquí, cuando aparecen muchos signos de que las cosas en este golpeado país pueden empezar a cambiar. Durante cincuenta años sufrí cien, mil veces y muchas más, el dolor de pensar y comprobar que todo iba cada vez peor. Recordaba mis años de niño, de estudiante, de activista, de profesor y haciendo comparacio­nes comprobaba que México estaba cada vez peor. No se trataba de crisis intermiten­tes, era una sola crisis continua que cada día iba en ascenso. Cada vez más injusticia­s, más desigualda­d, más impunidad, más violencia, pero una violencia tan terrible que se había trasladado a los niños, a las niñas, a las mujeres, como nunca antes lo habíamos vivido.

Era desesperan­te voltear hacia los gobiernos locales y nacionales, para comprobar que no hacían nada, ni con miles de soldados, ni con los policías federales que inundaban las calles de las ciudades. La sospecha de que todos eran cómplices directos e indirectos, encontraba sustento y mientras México se derrumbaba en pedazos, la infamia se reproducía hasta el infinito. Muchas veces me resistí a aceptar que las decisiones que se estaban imponiendo surgieran de cerebros normales, esto se hizo más frecuente en los últimos tres sexenios, con Fox, Calderón y Peña Nieto.

Primero fue el fraude de 1988, luego los del 2006 y del 2012 me enfermaban, y la recuperaci­ón tardaba muchos meses, pero también me enfermaba en las mañanas con las noticias de cada día. Sufría las informacio­nes: Cada vez más territorio entregado a los monopolios mineros; cada vez más playas privadas; cada vez más crímenes contra los valientes que defendían su tierra contra la contaminac­ión y el despojo. Cada vez más impunidad e impotencia.

Llegó el primero de julio del 2018, no acabaría de contar todo lo que para mí tuvo de memorable este día, tanto en el entorno local como nacional. No me voy a detener porque en esto sí estoy seguro de que la emoción la compartimo­s todos, me refiero a todos los que están siguiéndom­e en estas líneas y muchos millones de ciudadanos más.

En esta parte lo que más me interesa reflexiona­r es lo siguiente y, empiezo con una pregunta:

¿Desde dónde viene el triunfo de Andrés Manuel López Obrador y la posibilida­d real de que las cosas empiecen a cambiar?

Viene de muy lejos. Viene de la historia, de las primeras luchas que los pueblos colonizado­s emprendier­on de manera dispersa e intermiten­te durante la dominación del imperio español.

Viene desde los primeros momentos del siglo XIX, con Hidalgo, Morelos, pasando por Juárez, Cruz Chávez, Celso Anaya, Simón Amaya, Teresa Urrea, Paulino, Martínez, Lauro Aguirre, Catarino Garza, Ricardo Flores Magón, Praxedis G. Guerrero, Silvina Rembao, Carmen Serdán, Aquiles Serdán, Francisco I. Madero, Pascual Orozco, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Felipe Ángeles, Máximo Castillo, Juana Belem Gutiérrez, Benita Galeana, Consuelo Uranga, Aurora Reyes, Lázaro Cárdenas, Rubén Jaramillo, Arturo Gámiz, Judith Reyes, Óscar González, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, Raúl Álvarez, José Revueltas, Carlos Montemayor, hasta llegar al presente . No voy a recorrer toda esta historia, sólo recordaré que la lucha ha sido continua en los últimos doscientos años: miles de héroes, miles de proezas, miles de sacrificio­s a la vuelta de cualquier página de libro, los muertos de la Revolución, los muertos guerriller­os, los muertos indígenas. Y a todos estos hay que agregarle la muerte masiva de las miles de mujeres y hombres asesinados por ser pobres. La historia ha sido el mejor testigo de que el pueblo de México ha luchado por su libertad incansable­mente y todos los esfuerzos se fueron acumulando, se fueron decantando, paso

en el que estamos creyendo, Andrés Manuel, es el personaje principal del momento histórico, pero no debemos olvidar que es el pueblo el que lo ha traído hasta aquí. Y no ha sido cualquier cosa, ha sido una proeza inconmensu­rable y todo lo escrito, ha sido para llegar a ese punto: a paso hasta llegar a donde estamos.

En los últimos años este pueblo encontró por fin el camino y encontró al líder, y probableme­nte la señal más resplandec­iente que llevó a este encuentro, lo que pegó más duro en la sociedad, en la conciencia nacional, fue el masivo reclamo por la vida de los 43, la terquedad de los heroicos padres de familia frente a las mentiras históricas y frente a las acciones represivas de los infames, que con el trato que dieron a cada manifestac­ión del Zócalo demostraro­n, desde el presidente hasta el último de sus secuaces, que eran cómplices, en todos los pasos y todos los intereses que llevaron a este desmesurad­o e increíble crimen .

El líder en el que estamos creyendo, Andrés Manuel, es el personaje principal del momento histórico, pero no debemos olvidar que es el pueblo el que lo ha traído hasta aquí. Y no ha sido cualquier cosa, ha sido una proeza inconmensu­rable y todo lo escrito, ha sido para llegar a ese punto:

Ateniéndom­e al oficio de investigad­or y escribidor de la historia, afirmo que el referente más glorioso, el de la gran participac­ión del pueblo, el más relevante que se ha vivido antes de ahora, fue en 1867, al concretars­e el triunfo de México, dirigido por el presidente Juárez, contra los invasores franceses.

Después vino el triunfo de la Revolución convocada por el presidente Madero contra la dictadura de Porfirio Díaz y el periodo de 1934 -1940 en que gobernó el presidente Lázaro Cárdenas. Fueron grandiosos estos momentos, pero no hay comparació­n con la acción que protagoniz­ó el pueblo con su voto el día primero de julio pasado.

Sólo recordaré que en el triunfo del presidente Madero intervinie­ron muchas variables coyuntural­es que le permitiero­n en únicamente seis meses de acción revolucion­aria y un año previo de lucha electoral, derrocar a la dictadura que había completado treinta y cuatro años de continuida­d. Respecto al sexenio del presidente Cárdenas, se tiene que recordar que llegó a la presidenci­a como habían llegado los que le precediero­n y el gran mérito personal fue que él vio lo que no habían visto ellos, y él cumplió con muchas de las cosas que no habían cumplido los anteriores.

Este día primero de diciembre en la historia, Andrés Manuel ha llegado a la presidenci­a con el apoyo masivo y contundent­e que no se había manifestad­o antes con ningún presidente de México. En correspond­encia, él ha prometido que no le va a fallar al pueblo, ha declarado que quiere ser el mejor presidente y sí le creemos, pero yo, en lo personal, en lo que más estoy creyendo, es en la gran capacidad del pueblo que realizó la proeza de una revolución en las urnas. Creo que este pueblo ha madurado, ha aprendido a actuar y aprenderá a decidir para no permitir que regresen los corruptos, los saqueadore­s, los lacayos del capital global y del imperio.

Así pues, ha llegado al momento crucial que se inicia mañana, aquí estamos ustedes y yo, junto con treinta millones, más los que se sumen para conectar nuestra emociones, nuestras esperanzas y nuestra mirada hacia nuevos horizontes de un México más justo y más digno.

Y estoy feliz de haber escrito estas palabras para celebrar juntos el día que ha llegado y para dar, una vez más, gracias a la vida por estar aquí, junto con ustedes, celebrando este gran día.

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