La reaparición de “el elegido”
El cantautor de la nueva trova cubana Silvio Rodríguez compuso “La canción del elegido”, que es toda una poesía, que desde la primera vez que la escuché me conmovió por su prosa hermosa y misteriosa dedicada --dicen algunos-- a Abel Santamaría, otros al
Me sorprendió el discurso político del subcomandante Marcos, líder del EZLN. Que yo recuerde nunca hizo un señalamiento de esa naturaleza y en ese tono contra ninguno de los presidentes que impulsaron y consolidaron el modelo neoliberal en torno al cual, se supone, provocó el levantamiento armado de los zapatistas.
Siempre que se hace una historia
Se habla de un viejo, de un niño o de sí,
Pero mi historia es difícil
No voy a hablarles de un hombre común
Haré la historia de un ser de otro mundo
De un animal de galaxia
Es una historia que tiene que ver con la Vía Láctea. Es una historia enterrada
Es sobre un ser de la nada.
La utilizo, ahora, para describir la historia de un personaje que con el paso de los años, se convirtió en una “historia enterrada” y en un “ser de la nada”.
Me refiero a Guillén, el subcomandante Marcos del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que el 1 de enero pasado conmemoró un cuarto de siglo del levantamiento armado en Chiapas que sacudió a México y al mundo entero.
Lo que llamó la atención, sin embargo, no fue propiamente ese acontecimiento histórico de luces y sombras, como bien lo señala Julio Moguel en su artículo difundido en Aristegui Noticias el 4 de enero pasado.
Y es que lejos de hacer una sinopsis y evaluación de los alcances políticos y sociales que tuvo ese levantamiento armado del EZLN, el subcomandante Marcos --hoy conocido como el subcomandante Moisés-arremetió en tono burlesco, ofensivo y retador en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Cito textual: “Figúrense cómo está de loco que dice que va a gobernar para ricos y pobres. Sólo un loco que está mal de su cabeza puede decir eso: No trabaja su mente es descerebrado… No sabe ni entiende lo que está diciendo”.
“Es muy mañoso porque dice que está con el pueblo de México y sigue engañando a los pueblos originarios…Vamos a pelear; vamos a enfrentar, no vamos a permitir que López Obrador pase aquí sus proyectos de destrucción. No le tenemos miedo a su Guardia Nacional, que cambió de nombre para no decir Ejército…Vienen por nosotros, los pueblos originarios”.
Me sorprendió el discurso político del líder del EZLN. Que yo recuerde nunca hizo un señalamiento de esa naturaleza y en ese tono contra ninguno de los presidentes (Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto), que impulsaron y consolidaron el modelo neoliberal en torno al cual, se supone, provocó el levantamiento armado de los zapatistas.
Desde los Acuerdos de San Andrés, que pusieron fin al levantamiento armado y abrieron cauce a la creación de los Caracoles de los pueblos originarios de Chiapas, en los que se refugió Guillén, el subcomandante Marcos, durante todos estos años, dejó la escena política pública.
Subrepticiamente boicoteó la campaña a la Presidencia de la República de Cuauhtémoc Cárdenas, con su recorrido conocido como “la Otra Campaña” y la de Andrés Manuel López Obrador, con la postulación del Consejo Indígena de Gobierno, de María de Jesús Patricio Martínez (Marichú).
Nunca hubo un cuestionamiento, crítica o al menos señalamiento a los gobiernos del PRI-PAN. Mucho menos un reto desafiante como se le formula al presidente Andrés Manuel López Obrador, descrito líneas arriba.
Entiendo que la pacificación entre el EZLN y el Estado Mexicano, sobre la base del reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, su cultura, su autonomía y autogobierno, es un gran logro, pero eso no tiene nada que ver con la provocación que el subcomandante Moisés hizo al presidente electo con el voto de 32 millones de mexicanos.
Eso es una ofensa no sólo a Andrés Manuel López Obrador sino al pueblo de México. Una cosa es que defiendan a los pueblos originarios, el entorno ecológico, su derechos y “caracoles”, como le llaman a su estructura comunitaria y de gobierno, y otra muy distinta que asuman una postura beligerante y sin fundamento alguno digan que “vienen (el gobierno de López Obrador) por nosotros, los pueblos originales”.
El 1 de enero de 1994 vimos irse entre “humo y metralla” al subcomandante Marcos. 25 años después, ya dejó de utilizar “su cañón de futuro” para “matar a canallas”. Ahora el pleito no es contra la globalización neoliberal, sino contra la 4ta transformación. Ver para creer.