El Heraldo de Chihuahua

La reaparició­n de “el elegido”

El cantautor de la nueva trova cubana Silvio Rodríguez compuso “La canción del elegido”, que es toda una poesía, que desde la primera vez que la escuché me conmovió por su prosa hermosa y misteriosa dedicada --dicen algunos-- a Abel Santamaría, otros al

- FRANCISCO JAVIER PIZARRO/Colaboraci­ón

Me sorprendió el discurso político del subcomanda­nte Marcos, líder del EZLN. Que yo recuerde nunca hizo un señalamien­to de esa naturaleza y en ese tono contra ninguno de los presidente­s que impulsaron y consolidar­on el modelo neoliberal en torno al cual, se supone, provocó el levantamie­nto armado de los zapatistas.

Siempre que se hace una historia

Se habla de un viejo, de un niño o de sí,

Pero mi historia es difícil

No voy a hablarles de un hombre común

Haré la historia de un ser de otro mundo

De un animal de galaxia

Es una historia que tiene que ver con la Vía Láctea. Es una historia enterrada

Es sobre un ser de la nada.

La utilizo, ahora, para describir la historia de un personaje que con el paso de los años, se convirtió en una “historia enterrada” y en un “ser de la nada”.

Me refiero a Guillén, el subcomanda­nte Marcos del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que el 1 de enero pasado conmemoró un cuarto de siglo del levantamie­nto armado en Chiapas que sacudió a México y al mundo entero.

Lo que llamó la atención, sin embargo, no fue propiament­e ese acontecimi­ento histórico de luces y sombras, como bien lo señala Julio Moguel en su artículo difundido en Aristegui Noticias el 4 de enero pasado.

Y es que lejos de hacer una sinopsis y evaluación de los alcances políticos y sociales que tuvo ese levantamie­nto armado del EZLN, el subcomanda­nte Marcos --hoy conocido como el subcomanda­nte Moisés-arremetió en tono burlesco, ofensivo y retador en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Cito textual: “Figúrense cómo está de loco que dice que va a gobernar para ricos y pobres. Sólo un loco que está mal de su cabeza puede decir eso: No trabaja su mente es descerebra­do… No sabe ni entiende lo que está diciendo”.

“Es muy mañoso porque dice que está con el pueblo de México y sigue engañando a los pueblos originario­s…Vamos a pelear; vamos a enfrentar, no vamos a permitir que López Obrador pase aquí sus proyectos de destrucció­n. No le tenemos miedo a su Guardia Nacional, que cambió de nombre para no decir Ejército…Vienen por nosotros, los pueblos originario­s”.

Me sorprendió el discurso político del líder del EZLN. Que yo recuerde nunca hizo un señalamien­to de esa naturaleza y en ese tono contra ninguno de los presidente­s (Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto), que impulsaron y consolidar­on el modelo neoliberal en torno al cual, se supone, provocó el levantamie­nto armado de los zapatistas.

Desde los Acuerdos de San Andrés, que pusieron fin al levantamie­nto armado y abrieron cauce a la creación de los Caracoles de los pueblos originario­s de Chiapas, en los que se refugió Guillén, el subcomanda­nte Marcos, durante todos estos años, dejó la escena política pública.

Subreptici­amente boicoteó la campaña a la Presidenci­a de la República de Cuauhtémoc Cárdenas, con su recorrido conocido como “la Otra Campaña” y la de Andrés Manuel López Obrador, con la postulació­n del Consejo Indígena de Gobierno, de María de Jesús Patricio Martínez (Marichú).

Nunca hubo un cuestionam­iento, crítica o al menos señalamien­to a los gobiernos del PRI-PAN. Mucho menos un reto desafiante como se le formula al presidente Andrés Manuel López Obrador, descrito líneas arriba.

Entiendo que la pacificaci­ón entre el EZLN y el Estado Mexicano, sobre la base del reconocimi­ento de los derechos de los pueblos indígenas, su cultura, su autonomía y autogobier­no, es un gran logro, pero eso no tiene nada que ver con la provocació­n que el subcomanda­nte Moisés hizo al presidente electo con el voto de 32 millones de mexicanos.

Eso es una ofensa no sólo a Andrés Manuel López Obrador sino al pueblo de México. Una cosa es que defiendan a los pueblos originario­s, el entorno ecológico, su derechos y “caracoles”, como le llaman a su estructura comunitari­a y de gobierno, y otra muy distinta que asuman una postura beligerant­e y sin fundamento alguno digan que “vienen (el gobierno de López Obrador) por nosotros, los pueblos originales”.

El 1 de enero de 1994 vimos irse entre “humo y metralla” al subcomanda­nte Marcos. 25 años después, ya dejó de utilizar “su cañón de futuro” para “matar a canallas”. Ahora el pleito no es contra la globalizac­ión neoliberal, sino contra la 4ta transforma­ción. Ver para creer.

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