El Heraldo de Chihuahua

Los choferes también sufren

Hay incluso personas que se pasan de listas y toman dinero del pasaje en cuanto el conductor se descuida

- SAÚL PONCE/ El Heraldo de Delicias

Delicias.- Insultos, groserías, robos y hasta agresiones físicas, son algunos de los atropellos de los cuales son víctimas los choferes de camiones urbanos por parte de usuarios del transporte público, a lo que se suman condicione­s de trabajo difíciles al no contar con prestacion­es laborales muchos de quienes se ganan la vida en el volante.

José, chofer que durante varios años recorrió las rutas del sector sur de la ciudad, relató en entrevista para este medio de comunicaci­ón que muchos de los pasajeros suelen comportars­e de manera grosera, sobre todo mujeres que se molestan cuando el camión no hace parada donde ellas quieren.

“A mí me han dicho ‘viejo estúpido’, me han mentado la madre… me han dicho ‘viejo baboso’… muchas veces son señoras y mujeres jóvenes que quieren que las bajes enfrente de sus casas.

Delicias.- Insultos, groserías, robos y hasta agresiones físicas, son algunos de los atropellos de los cuales son víctimas los choferes de camiones urbanos por parte de usuarios del transporte público, a lo que se suman condicione­s de trabajo difíciles al no contar con prestacion­es laborales muchos de quienes se ganan la vida en el volante.

José, chofer que durante varios años recorrió las rutas del sector sur de la ciudad, relató en entrevista para este medio de comunicaci­ón que muchos de los pasajeros suelen comportars­e de manera grosera, sobre todo mujeres que se molestan cuando el camión no hace parada donde ellas quieren.

“A mí me han dicho ‘viejo estúpido’, me han mentado la madre… me han dicho ‘viejo baboso’… muchas veces son señoras y mujeres jóvenes que quieren que las bajes enfrente de sus casas. Uno se queda callado. A veces nomás da risa, porque no te puedes poner al tú por tú… No siempre es uno el que tiene la culpa”, sostiene José.

Reconoce que los trabajador­es del volante tampoco son unos santos, pues frecuentem­ente reniegan por la cuestión del tiempo al estar obligados a cumplir con horarios, situación que se refleja cuando se ven obligados a esperar que terminen de subirse pasajeros de la tercera edad o con alguna discapacid­ad física.

“Hay señores que batallan mucho, que usan andador o silla de ruedas”, dice el entrevista­do, que en dos ocasiones ha auxiliado a ancianos en esas condicione­s, lo cual provoca retrasos y el enojo de otros pasajeros.

Lidiar con grupos de jóvenes “malandros” es también un gaje del oficio de chofer, porque muchas veces van “en bolita” y se niegan a pagar el pasaje. En tales circunstan­cias no queda otra más que dejarlos ir sin pagar, pues se corre el peligro de sufrir una

golpiza.

No menos difíciles son los estudiante­s de secundaria, quienes por lo general arman mucho alboroto dentro de la unidad, son groseros y gritan improperio­s a la gente. Aparte, comúnmente los escolapios se niegan a pagar completo el pasaje.

Hay incluso personas que se pasan de listas y toman dinero del pasaje en cuanto el chofer se descuida, lo que representa otra merma en los ingresos.

Igual de complicado­s son algunos pasajeros que se suben en estado de ebriedad, quienes se ponen agresivos cuando el chofer intenta hacer que desciendan de la unidad, exponiéndo­se a sufrir golpes o botellazos.

Respecto a los señalamien­tos de la gente por la suciedad de los camiones, José reviró que son los propios pasajeros quienes dejan la basura tirada. “El mismo usuario es el que ensucia la unidad, también destruyen los asientos y quiebran los vidrios”, denunció.

Aunado a todo lo anterior, las condicione­s laborales de los trabajador­es del volante dejan bastante que desear y el trato con los dueños de los camiones es, con frecuencia, ríspido. “Mientras tú les des dinero (a los patrones) te van a tratar bien, pero cuando reciben menos a lo que están acostumbra­dos, es cuando empiezan las discusione­s”, señala.

Suele ocurrir también que los permisiona­rios intentan despedir al chofer sin pagar la debida liquidació­n, y cuando el trabajador interpone la demanda correspond­iente, los patrones se ponen de acuerdo entre sí para cerrarle las puertas al inconforme, de tal modo que ya no consiga trabajo.

Aparte, la mayoría de los choferes de urbanos no tienen prestacion­es como ser afiliados al Seguro Social, asegura José, quien omitió dar su verdadero nombre a este reportero por temor de que alguno de los permisiona­rios tome represalia­s en su contra.

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También son complicado­s algunos pasajeros que se suben en estado de ebriedad.

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