Hace falta una dosis de buen humor
“Lo que me atrajo, o más bien me atrapó de esta labor, es el servicio que puedes aportar en un momento tan vulnerable y difícil como lo es para alguien hospitalizado e incluso a sus familiares, quienes también necesitan una palabra de ánimo, un momento de distracción en esa situación”, menciona Chetes, apócope de “Cachetes”, como le decían de cariño cuando niño.
De acuerdo con Mario, y contrario a lo que muchos puedan pensar, la gama de pacientes de los médicos de la risa no se restringe sólo a niños. Como ya se ha mencionado, muchas veces los familiares de quien está internado son los que necesitan una adecuada dosis de buen humor.
Los sitios visitados por la asociación son la clínica Morelos del IMSS, la Lázaro Cárdenas del Issste, así como los hospitales Infantil, General y Christus Muguerza y el asilo Bocado del Pobre, en días y horarios designados de antemano y con un promedio de recorrido de dos horas y media.
“Una de las cosas que jamás tomamos a juego son las visitas; nuestra primera escala es la estación de
enfermería para ver a qué habitaciones podemos pasar, o si algún paciente desea estar solo, o puede estar orando o recuperándose de algún procedimiento”.
“Tampoco somos comediantes, porque esto no es sólo de contar chistes. Además de la bata y la nariz roja, el requisito mínimo para ser médico de la risa es estar acreditado, y eso se logra asistiendo a talleres certificados en los que se nos enseña a dejar nuestros problemas fuera de los lugares que visitamos, así como no llevar a la casa tristeza o emociones similares que vivamos en la visita”.