Curvas que en México no conviene aplanar
Las críticas más acérrimas de la izquierda contra la administración de Enrique Pena Nieto (EPN) no son por la corrupción, ni la casa blanca, eso lo dejaron en segundo plano, aunque muy mediático. Lo que es imperdonable para la izquierda, lo que consideraron un verdadero sacrilegio de EPN fue que se “redujo” la rectoría del estado en la economía energética de México. Para las voces de la izquierda, más allá de la corrupción está la culpa del Estado soltando la rectoría del mercado petrolero. El problema más señalado no fue la corrupción, sino permitir inversión privada en recursos estratégicos del país. Existe una confusión de ideas probablemente manipulada, que permitir la inversión privada en el petróleo es equivalente a corrupción. Recientemente buscando penas capitales, han caído en el fanatismo de decir que abrirse a fuentes externas de inversión fue un delito de traición a la patria. La cuestión es, si permitir inversión privada en el petróleo es pérdida de rectoría, ¿eso es acaso vender al país? Las reformas de EPN eran la continuación de reformas que el mismo PAN las había propuesto desde el sexenio de Vicente Fox. Sin embargo, por cálculo político e ideológico, los entonces partidos de oposición en ese tiempo no las aprobaron por el celo al éxito esperado, causando la reducción en la producción petrolera y por consecuencia, menos recursos para inversión pública. Lo que pudo ser un salto en la industria energética del país, al paso de los sexenios de Calderón y EPN sólo fue un par de pasos aunque sostenidos en una misma dirección. Si permitir compañías extranjeras invirtiendo en la producción petrolera fuera equivalente a la pérdida de rectoría y traición a la patria, ¿cómo explicar entonces que en EU se encuentre la mayoría de las petroleras multinacionales, como BP, Shell, Total, Statoil? Tan sólo en el estado de Texas hay cerca de 3,000 empresas privadas petroleras. Con los pasos de la reforma energética se abrió a la inversión privada la exploración, extracción y refinación de hidrocarburos. Sin embargo, los avances fueron tan cortos que resultó ser un regreso a los tiempos de Lázaro Cárdenas, ya que con la expropiación petrolera de aquel mandatario, la inversión extranjera no estaba prohibida. Fue hasta el sexenio López Mateos que se prohibió la inversión de extranjeros en el mercado del petróleo. Con las reformas de EPN, las empresas privadas tanto extranjeras como nacionales pueden participar directamente en la exploración, explotación, distribución y comercialización de los hidrocarburos compitiendo con Pemex, pero a través de un sistema de contratos otorgados por el Estado mexicano.