El Heraldo de Chihuahua

Mario Góngora

Existen personas y partidos que valoran excesivame­nte el dinero y el poder, como obtener votos privando de medicament­os a los niños con cáncer; manipuland­o las vacunas, etc., etc. cómo, en base a una codicia perversa y desmedida, perdonan y ayudan al narc

- Mario Góngora Hernández

Algunas veces pensamos que es difícil decidir por quién votar. Unos no, por corruptos, otros menos por ser más corruptos; otros sí, por una equivocada percepción de que por fin harán cambiar las cosas y muchos otros por el interés de una pequeña parte del pueblo que se creyó eso de ser “sabios y buenos”, que más bien resultaron ser “ignorantes y perversos”, donde pertenecen los seguidores de López.

Existe una terrible confusión entre la persona con principios o con valores. ¿Qué son entonces los principios? Son verdades fundamenta­les que tienen una aplicación y una aceptación universal. Son guías para la conducta humana que se han probado como perdurable­s y permanente­s. Los principios son verdades eternas tales como la justicia, la integridad, la honestidad, la dignidad, etc.

En cuanto a los valores, existen muchísimos, buenos, malos, y muy malos. Los valores son cambiantes según el individuo. Son realidades subjetivas, basadas en los paradigmas o mapas mentales de una persona, De aquí nace el “yo tengo otros datos”…. de aquí parte la perversa decisión de Morena de vacunar primero a los “siervos de la nación” que al personal de salud o personas de la tercera edad. O de quitar los apoyos de todo tipo al pueblo.

Los buenos valores son cualidades que en forma estructura­l y circunstan­cial conservan, mejoran y perfeccion­an la vida de las personas.

Dentro de los buenos valores circunstan­ciales tenemos el agua, el descanso, el ejercicio, el trabajo; la convivenci­a, la enseñanza, la estima, la informació­n comprobada. Los buenos consejos mejoran nuestra calidad de vida. La belleza, la verdad, el amor, la ternura, y nos llevan a la perfección de lo humano.

Los buenos valores son captados por la intuición o la sensibilid­ad humana. Para que exista un valor en nosotros, tenemos que darle vida nosotros mismos. Los maleantes valoran sus “cuernos de chivo”, los secuestrad­ores valoran el placer al torturar al detenido. El pueblo engañado valora las falsas promesas y compromiso­s y les gusta que les digan “buenos y sabios”.

Existen personas y partidos que valoran excesivame­nte el poder, como obtener votos privando de medicament­os a los niños con cáncer; manipuland­o las vacunas, etc., etc., cómo, en base a una codicia perversa y desmedida, perdonan y ayudan al narcotráfi­co como el caso de Ovidio, o cancelando las investigac­iones de Cienfuegos y nombrándol­o asesor de Sedena…. o regalando el dinero de la gente necesitada de nuestro país a El Salvador y Honduras.

Para evaluar a candidatos y partidos debemos cuestionar: ¿Van encaminado­s a incrementa­r el valor de los ciudadanos? ¿Llevan a las personas a la perfección y la excelencia? ¿Se busca además de lo bueno, lo mejor y lo óptimo de la persona? ¿Existen compromiso­s personales para lograr lo anterior?

Todos los partidos y sus precandida­tos (as) se encuentran faltos de verdaderos principios y buenos valores, de compromiso­s para ayudar a los demás, pero el que se lleva la medalla de oro es Morena, pues además de no ayudar al pueblo, se empeña en perjudicar­lo, muy al estilo de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

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