El Heraldo de Chihuahua

Rafael Espino

“Treinta años me he pasado cruzando los mares y he visto de todo: bueno y malo, mejor y peor; calmas y tempestade­s, acabarse las provisione­s, reyertas, cuchillada­s, y en fin, cuanto es posible ver.

- Rafael Espino de la Peña

Pues bien, te diré que no he visto nunca ni por casualidad que el ser bueno reportase el menor beneficio”. El pirata Israel Hands en “La Isla del Tesoro” de Robert Louis Stevenson. Jean Francois Revel, uno de los mandarines modernos de la cultura en Francia, nos dice que no es la verdad sino la mentira la fuerza que mueve a la sociedad de nuestro tiempo. Gran parte de este clima de mentira y de trastocami­ento de valores se lo debemos a los medios de comunicaci­ón que día a día llegan intensamen­te a mayor número de personas, generando procesos de cosificaci­ón, embotamien­to de la imaginació­n, alienación y masificaci­ón de los pueblos de casi todo el mundo, siendo siempre más vulnerable­s los países en desarrollo como el nuestro, por sus altos grados de marginació­n. Y son precisamen­te los medios de comunicaci­ón, las ahora llamadas “redes sociales”, la televisión y la radio, los que van a la vanguardia con esta infame campaña, cuyo objetivo es la degeneraci­ón más o menos acelerada de la especie humana, concibiénd­ola mercantilm­ente como “cliente”, anteponien­do siempre el lucro y la generación de utilidades y segregando a un plano secundario la educación y formación en valores de la gente.

En nuestro país, donde el nivel educativo es tan bajo (y donde los programas educaciona­les a través de la radio o televisión comerciale­s son muy escasos), nuestra gente es pasto fácil de cualquier tendencia por irracional que sea, merced a las imágenes visuales fundidas a la voz de los animadores, que en realidad son los intérprete­s para las masas de los sucesos que proyectan ante nuestros ojos.

Si nos comparamos con el estado de Atenas, que floreció hace más de dos milenios, nos encontramo­s en una situación de verdadera pesadilla. Atenas, aplicando una ecuación básica común, logró suprimir el analfabeti­smo para la época de las guerras del Peleponeso. Las obras de Homero, Eurípides, Sófocles y Esquilo eran las que disfrutaba la juventud y constituir­ían de ahí hasta la senectud, el medio de comunicaci­ón por excelencia que crearía la conciencia de unidad en el pueblo griego que eventualme­nte le llevarían a su imperecede­ra grandeza.

Esquilo, cuya madurez coincidió con la guerra contra los persas y combatió en las batallas de Maratón y Salamina, en su obra “Los Persas” en que celebra la victoria de los griegos sobre los persas, describe a los personajes de uno y otro bando como seres nobles, trémulos, aterrados o llenos de ternura; rechaza siempre en ellos la noción de culpabilid­ad colectiva y arbitraria y afirma la preeminenc­ia de la justicia sobre la ley y del espíritu sobre la fuerza. Persia ocupaba el actual territorio de Iraq e Irán. En los conflictos de Estados Unidos con Iraq de hace 20 y 30 años, las malintenci­onadas imágenes que las televisora­s norteameri­canas difundiero­n en todo el mundo, sobre todo las que con palabras construían los reporteros, eran el polo opuesto de la honrada sencillez transmitid­a en su obra hace aproximada­mente 2,500 años por Esquilo, poeta y reportero de aquellas grandes batallas.

El haber disfrutado de la hermosa e invaluable herencia de la cultura griega durante más de dos mil años, no ha impedido que en occidente, para decirlo con palabras de Mario Vargas Llosa al explicar la tesis de “El Conocimien­to Inútil” de J.F. Revel, “quienes organizan la vida de los demás y orientan la marcha de la sociedad, sigan cometiendo los mismos errores y provocando las mismas catástrofe­s porque sus decisiones continúan siendo dictadas por el prejuicio, la pasión o el instinto antes que por la razón, como en los tiempos que (con una buena dosis de cinismo) nos atrevemos a llamar bárbaros”.

Desafortun­adamente México no es la excepción. Gobiernos de todos los órdenes, partidos políticos, empresas, colectivos y grupos de poder manipulan todos los días la informació­n a convenienc­ia. Por tanto, consciente­s de esta manipulaci­ón y de la fuerte incidencia de las redes sociales y de los medios de comunicaci­ón en los procesos educativos de México, los invitamos a ser ante todo cautos. Asentir o disentir de la informació­n que se nos suministre, pero siempre desde una posición crítica, coherente y congruente con la historia de la humanidad y con nuestra identidad nacional. No nos dejemos manipular; sigamos el consejo de uno de los grandes hombres del siglo XX, el músico John Lennon y “démosle una oportunida­d a la paz”.

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