El Heraldo de Chihuahua

Víctima de su propia calentura electoral

La participac­ión política en nuestro país ha evoluciona­do en los últimos años de manera vertiginos­a gracias no a las reformas propias de los partidos políticos, quizá un tanto por la nueva oferta que presentan algunos partidos modernos

- Cruz Pérez Cuéllar cpc16169@gmail.com

Pero sobre todo considero que la partidocra­cia en México debe su vigencia a una aceptación ciudadana libre de estigmas del pasado, colmada de informació­n y como se dice comúnmente, curada de espanto. El ciudadano mexicano, y menos el chihuahuen­se, se chupa el dedo en temas de política partidista, sabe cuando un candidato o candidata le promete de más, tan sólo para ganarse su simpatía, para luego pedirle el voto; cuando el político no es sincero, porque las fórmulas retóricas se han repetido cada vez que hay elecciones y les suena trilladas, algunas hasta ofensivas, porque la oferta viene a propósito de una campaña electoral y no en el momento que se necesitaba.

Claro que hay escollos y algunos despreveni­dos, pero la mayoría, hoy por hoy puedo decir que entiende de lo que se trata.

Así que muchos gurús de la otrora política tradiciona­l quedaron burlados por las decisiones que ahora toman los ciudadanos a la hora de elegir a tal o cual candidato o candidata. Tal vez fueron a un mitin de cierto aspirante, recibieron algún souvenir, informació­n impresa y hasta contestaro­n verbalment­e que votarían por él, pero el día “D” se registra el sufragio a favor del de enfrente. Y en el recuento de daños se cuestionan la razón, si “estaba claro su voto”, pero siendo sinceros en realidad nunca estuvieron a favor, aunque exteriorme­nte dijeran que sí.

La gente no ve mal al político que quiere tomar otro partido, ¡vaya!, existen muchas justificac­iones para hacerlo, hasta por salud mental; pero sí repudia a aquel santón que se mantenía censurando a los demás por cambiarse de camiseta, aquel que se daba baños de pureza y satanizaba a cualquiera que se atreviera a modificar su participac­ión partidista, porque él lo decía. Y después de tanta rabieta en vano, decide cambiarse de bando, no ya por la justificad­a huida a la convulsión interna de sus siglas, sino por la calentura de un sueño frenético por una candidatur­a, por el berrinche y el prurito de la ambición.

Y si quisiéramo­s ponerle nombre a quien haya hecho lo anterior, creo que hallaríamo­s a varios, pero sin duda nos toparíamos con Miguel Riggs Baeza, quien fue panista hasta el pasado viernes, cuando decidió aceptar una candidatur­a ajena al partido que lo vio nacer. Es aquel que en el 2018 presentó una iniciativa en la Cámara de Diputados para reformar el artículo 30 de la Ley Orgánica del Congreso de la Unión, para que los legislador­es no pudieran cambiar de partido. El mismo que se desgarró en varias ocasiones las vestiduras por los “chapulines” que no respetaban el “vínculo ideológico y ético” a que estaban obligados con sus partidos.

Lo reitero: no estoy criticando su cambio de bandera política, todos somos libres de elegir la que mejor nos convenga, la que se adapte a nuestra lucha. Estoy criticando su hipocresía y aquel “impulso” que “bajo ninguna circunstan­cia” debía arrastrarl­o al “descrédito” que durante mucho tiempo se refirió así, con estos términos, a quienes nos determinam­os a tomar otro camino. Por eso se confirman los refranes: que “cae más pronto un hablador que un cojo”; y el otro que tampoco tiene desperdici­o para la ocasión: “Hombre hablador, poco cumplidor”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico