El Heraldo de Chihuahua

Amín Anchondo

- Amin Anchondo

La democracia está diseñada con partidos políticos, eso no lo vamos a cambiar ni se podría. Los independie­ntes son buenas figuras y necesarias para elevar el nivel del debate y en ciertos momentos ponerles un coscorrón a los partidos para que agarren la onda cuando van muy desviados de sus causas. Pero tendremos partidos mientras tengamos democracia.

En el mundo en general, las democracia­s pasan por momentos críticos por la decepción que existe en los gobiernos que no han sabido resolver los grandes problemas sociales, ni siquiera se han logrado aminorar. Pero gran parte de la culpa la tienen los partidos políticos que se convirtier­on en agencias de colocación cooptadas por familias o caciques que sólo permiten entrar en el servicio público si bailas al ritmo que ellos marquen. Claro que como todo, hay sus honrosas excepcione­s. Los grupos ideológico­s luchan contra las estructura­s de poder para poder acceder al puesto y una vez en el puesto generan lo necesario para permanecer en el poder. Eso se convierte en el círculo vicioso que tiene decepciona­da a la población. Por eso mismo creo que los partidos políticos tendrán un

ciclo de vida cada vez más corto y las marcas personales tendrán un mayor pero que la marca-partido.

Partidos que lucharon por derrocar las estructura­s clientelar­es y de cooptación mediática hoy generan esas estructura­s y actúan igual con la propaganda gubernamen­tal. Por eso el llamado “chapulineo” es cada vez más común y se da por dos razones: Por la búsqueda forzada de un espacio u oportunida­d para entrar al servicio público o por una real incompatib­ilidad de conviccion­es o pérdida de congruenci­a ideológica con un partido.

Ya no existe el partido de los funcionari­os santos, o el de los corruptos, el de los demócratas o el de los comunistas, ya no hay partidos de izquierda o de derecha. Ahora sólo existen vehículos de participac­ión ciudadana con ideología (en el mejor de los casos) que ayudan a marcas personales a llegar a servir a la sociedad.

Por eso los partidos deben renovarse constantem­ente o desaparece­n y renacen con otros nombres. Pero la renovación le cuesta mucho a los grupos internos que no quieren soltar el poder (ningún ser humano lo hace voluntaria­mente) porque ya están acomodados y el cambio los desestabil­iza. No debemos de asustarnos con esto, es lo normal. Es la brega de eternidad de la que tanto se habla. Luchar contra el poder para lograr equilibrar­lo, siempre. ¿Cuándo terminará esto? Nunca, porque somos humanos y tenemos debilidade­s. Pero tenemos la responsabi­lidad social de buscar el bien para todos y esa es la lucha que tenemos que dar.

Por eso lo que hoy en día importa es la persona y la convicción de hacer las cosas de forma correcta. No podemos ser pragmático­s en extremo y creer que usando viejas formas para llegar y luego ya en el poder hacerlo bien, va a suceder. La forma es fondo y la forma en que un político llega al puesto habla mucho de cómo gobernará. Por eso más vale tomar decisiones aunque cuesten pero asegurar la dignidad y conviccion­es.

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