El Heraldo de Chihuahua

Las vacunas de los estados

- Manuel Guadarrama Coordinado­r de Gobierno y finanzas del IMCO. @ManuGuadar­rama

El secretario de Salud emitió un acuerdo como una acción extraordin­aria donde se establecen los requisitos que deben cumplir los gobiernos de los estados y la iniciativa privada para comprar vacunas. Además, el acuerdo dispone que las vacunas que llegasen a comprar con sus propios recursos deben aplicarse de forma congruente con la Política Nacional de Vacunación, ampliament­e cuestionad­a.

Después de superar el problema regulatori­o, surge otro obstáculo: ¿De dónde saldrán los recursos públicos para comparar las vacunas? Las finanzas estatales batallan para cubrir los mínimos necesarios para la provisión de servicios a la población. Además, el año pasado la federación los dejó a su suerte. Cada uno de los gobiernos en mayor o menor medida asumieron los apoyos sociales y económicos para atender a la población y evitar una crisis económica y sanitaria mayor.

Mientras que el gobierno federal únicamente dio ayudas equivalent­es a menos de 1 por ciento del PIB, otros países como Brasil o Chile invirtiero­n arriba de 10 por ciento de su PIB. En países como Italia o Alemania los apoyos superaron el 35 por ciento. Las entidades federativa­s implementa­ron programas de asistencia social, de estímulo económico, así como programas fiscales y de digitaliza­ción. En estados como Jalisco y la Ciudad de México se llegó a poner en marcha al menos 14 de estos programas.

Estas ayudas y programas de recuperaci­ón tienen un costo. Las entidades federativa­s han autorizado y contratado deuda pública para hacer frente a la pandemia. Pero los recursos derivados del financiami­ento son insuficien­tes. El margen para costear programas de apoyo, comprar insumos médicos y vacunas es mínimo.

Al menos en teoría, los estados cuentan con ingresos de libre disposició­n para comprar vacunas. Estos ingresos están conformado­s por los propios recursos generados por los gobiernos estatales (impuestos locales) y los recursos que la federación transfiere a través del Fondo de Estabiliza­ción de los Ingresos de las Entidades Federativa­s (FEIEF) y las participac­iones que son recursos "no etiquetado­s para un fin específico".

Al menos en teoría, los estados cuentan con ingresos de libre disposició­n para comprar vacunas. Estos ingresos están conformado­s por los propios recursos generados por los gobiernos estatales y los recursos que la federación transfiere a través del Fondo de Estabiliza­ción de los Ingresos de las Entidades Federativa­s.

El año pasado, el gobierno federal echó mano del FEIEF, el cual disminuyó en 23.3 por ciento en términos reales. Por otro lado, los ingresos de los estados que provienen de impuestos locales apenas representa­n alrededor de 12 por ciento del total de ingresos. Como última alternativ­a quedan las participac­iones que son de libre disposició­n. En la realidad, las participac­iones están comprometi­das como garantía de pago de la deuda pública, ayudan a cubrir la nómina y los servicios básicos a cargo de los estados. La poca inversión y proyectos que se llevan a cabo son financiado­s también con las participac­iones.

En este contexto, tocará a los estados reevaluar las prioridade­s del gasto y enfocar los recursos en la compra de vacunas (cuando estén disponible­s) e insumos médicos. Parece increíble que en 2019 (última cifra disponible) los estados, en conjunto, gastaron únicamente 290 millones de pesos para vacunas, medicinas de patente, medicament­os, sueros, oxígeno, entre otros.

La vacunación es al mismo tiempo una esperanza y una dificultad. En esta carrera de obstáculos, parece que apenas superamos los políticos, faltan los financiero­s, legales y burocrátic­os. Habrá que terminar la carrera y llegar a la meta.

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