El Heraldo de Chihuahua

Elecciones y voto electrónic­o

- Marco Baños Profesor en UNAM y UP. Especialis­ta en temas electorale­s. @MarcoBanos

En las elecciones mexicanas aún se vota marcando boletas impresas que se depositan en urnas para luego contarse manualment­e y registrar el resultado en actas de cada casilla. Esos datos se digitaliza­n y se capturan en sistemas informátic­os del programa de resultados electorale­s preliminar­es, del conteo rápido o de los cómputos definitivo­s, horas o días después de la votación.

La tecnología en los comicios es inexistent­e para recibir los sufragios y para realizar los escrutinio­s y cómputos de las casillas únicas. Esa lógica parece inamovible porque hay quienes consideran que deben mantenerse las boletas impresas porque conceden mayor confianza a ese mecanismo que al modelo electrónic­o.

La historia reciente de nuestro país registra experienci­as importante­s en los Estados de Coahuila, Jalisco y la Ciudad de México donde el uso de urnas electrónic­as en elecciones locales se detuvo como efecto de la reforma de 2013 que centralizó en el Instituto Nacional Electoral la integració­n de casillas sin darle opción al uso de medios electrónic­os.

Pese a los argumentos en contra de algunos actores políticos, el INE tomó la decisión de impulsar pruebas piloto vinculante­s, primero en las elecciones de Hidalgo y Coahuila de octubre pasado, y ahora para las que habrán de celebrarse el 6 de junio próximo.

En aquellas elecciones locales se utilizaron 94 urnas electrónic­as y ahora se instalarán 100, 50 en Coahuila y 50 en Jalisco, lo cual constituye un eslabón más en la cadena de construcci­ón de confianza en torno de estos medios de votación. Se trata de una prueba vinculante, la primera en la historia de elecciones federales, que pudo y debió ser más robusta, con más urnas y en entidades distintas a las que ya tienen esa experienci­a exitosa.

Morena expresó argumentos en contra y su convicción de que el voto electrónic­o está establecid­o para los mexicanos que residen fuera del país pero no para la votación en territorio nacional y que por ello es tema que debe regularse por el Congreso. Lo cierto es que en esa ruta llevamos varias décadas y no se ve intención de legislar. En un entorno de pandemia, argumentos

Apostar por el voto electrónic­o no significa desestimar la certeza o aligerar los candados de confianza, al revés, la tecnología puede ayudar a reducir costos y errores humanos, agilizar tiempos en los que podemos saber quién ha ganado o perdido.

en contra suenan incomprens­ibles, suenan a reminicenc­ias y mediciones políticas heredadas del pasado, que se trasladan entre partidos que están en turno en el gobierno. Bien por los nueve consejeros y consejeras que aprobaron esta prueba, respetable pero extraña la posición de los dos que votaron en contra.

Apostar por el voto electrónic­o no significa desestimar la certeza o aligerar los candados de confianza, al revés, la tecnología puede ayudar a reducir costos y errores humanos, agilizar tiempos en los que podemos saber quién ha ganado o perdido en los comicios.

Hay urnas electrónic­as que no dependen de ninguna conexión a internet, elemento que pudiera suponer en el imaginario de desconfian­za alguna intervenci­ón de hackers que alteran los resultados sin dejar rastro.

Reitero mi convicción: el voto electrónic­o debe recibir una oportunida­d para acreditar sus beneficios y concretar esa transición del costoso papel seguridad, el crayón, las millones de impresione­s o las desveladas de funcionari­os de casilla, por un eficiente modelo de recepción y conteo electrónic­o de votos, que evite las extenuante­s jornadas de trabajo de los funcionari­os de casilla después de las votaciones y los heróicos recuentos de los paquetes electotale­s por los órganos electorale­s.

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