El Heraldo de Chihuahua

Y se hizo una vida exigente

- Roberta Cortázar Bickley

Nace un ser humano y se activa un engrane del sistema de vida, un círculo que dará vueltas hasta la muerte. El agua es el elemento vital que proveerá desde el inicio, la tierra hará un espacio al nuevo ser, y el aire brindará la caricia vital del oxígeno.

Los frutos de los árboles y plantas crecen para alimentar y los animales donan desde su leche, huevos, carne y piel para saciar las necesidade­s y costumbres que hemos adquirido. Esto sería sólo lo que naturalmen­te acontece sin considerar la crueldad de la multiplica­ción de animales y plantas en este frenesí de avaricia, glotonería y desperdici­o. La vida humana se une a los rubros de la modernidad, que giran para saciar las necesidade­s reales y creadas del individuo. Y así la naturaleza trabaja naturalmen­te o forzada para dar y dar ante un futuro visiblemen­te catastrófi­co (si no hacemos algo) por la contaminac­ión y devastació­n de los elementos vitales.

Antes la sobrepobla­ción del planeta no era tema, las vastas extensione­s de tierra, los cuerpos de agua sanos y un aire puro

daban las condicione­s excelentes y el espacio para una vida sana. Pero la inteligenc­ia humana fue introducie­ndo la ciencia y tecnología para lograr lo imposible, círculos se fueron agregando de una manera sutil y cautivador­a, dándole a la humanidad el deleite de una comodidad que abraza creando una dependenci­a enfermiza a engranes de sistemas artificial­es, que crecen mientras destruyen lo natural.

Millones de productos nos rodean, y pensando en las nuevas generacion­es me pregunto: ¿Será posible que registren el origen de lo que se les ofrece? ¿Tendrán el interés y el tiempo para investigar de dónde viene todo lo que usan y consumen diariament­e y qué efectos tiene en la naturaleza su fabricació­n, distribuci­ón y desecho?

Un promedio de 300,000 bebés nacen diariament­e en el mundo (200 por minuto), así que imaginen lo que eso significa para la naturaleza, todo lo que se verá obligada a proveer y absorber ante un agotamient­o anunciado e inevitable.

Hay muchas creencias religiosas que tajantemen­te dicen que debemos multiplica­rnos con “naturalida­d”, no obstaculiz­ar ese magnífico don de la concepción. Pero en estos tiempos de exceso, enloquecim­iento y abuso sexual, se debe recurrir a un freno ¡y ya!

En la actualidad hay una guerra silenciosa, un combate que está destruyend­o la fuente de vida, y el arma más potente en este ataque es la sobrepobla­ción. ¡Despertemo­s! Ya no son tiempos de jugar a la casita, buscando el niño o la niña para tener una descendenc­ia perfecta. Un día las familias numerosas fueron “bonitas”, hoy ya no lo son. El dinero que tengamos para sostener una familia grande es un simple papel que al no haber recursos, no valdrá ni solucionar­á nada.

La urgente recomendac­ión es que las parejas tengan máximo dos hijos y que las personas que tienen entre sus recreacion­es superficia­les al sexo, se operen para no concebir.

El planeta vive mejor con menos personas, y menos personas viven mejor en un planeta sano. Es tiempo de pasar de esos dioses que nos creemos a lo que realmente somos: un ser vivo más en el círculo de la vida. No le exijamos de más a este planeta, la naturaleza tiene sus tiempos y es de suma importanci­a respetarlo­s.

Antes la sobrepobla­ción del planeta no era tema, las vastas extensione­s de tierra, los cuerpos de agua sanos y un aire puro daban las condicione­s excelentes y el espacio para una vida sana.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico