Javier Bernabé Fraguas
La incitación a la violencia de Donald Trump fue clara y directa el pasado 6 de enero, cuando sus seguidores asaltaron el Capitolio estadounidense, un asalto fácil, planificado, con ayuda desde dentro y alentado por su líder.
Suficiente para que el juicio político al expresidente pasase la primera dificultad del Senado, por 56 votos a favor y 44 en contra, pero insuficiente para lograr una condena, gracias al terror republicano a perder votos que hará que salven a un megalómano, racista y violento expresidente de Estados Unidos.
El Partido Republicano tenía una oportunidad con este impeachment para volver a un cauce conservador moderado del que se ha apartado hace tiempo, reivindicando unos valores, amplios eso sí, que abarcarían desde la derecha tradicional al centro derecha de la política estadounidense. Pero su hambre de los votos radicales de una población que se identifica con los valores de Trump, que solamente coinciden en parte con los del partido al que representó, hará que salga impune de este juicio político. Por lo tanto, solo habrá valido para hacer una catarsis ante los medios de comunicación que dan una cobertura mundial al evento, y para que los demócratas se reivindiquen ante su electorado y ante la sociedad internacional.
Todo esto tiene un precio, los republicanos mantendrán esos votos en su poder con total seguridad, pero es más que probable que la brecha que ya existe en su partido se convierta en un abismo entre partes, generando una ruptura definitiva. Según palabras de Pablo Guimón en el diario El País: “En California, más de 33,000 votantes registrados como republicanos abandonaron el partido durante las tres semanas posteriores al asalto al Capitolio. En Pensilvania, 12,000 en el último mes. Arizona, Florida... el patrón se repite en todos los estados que hacen públicos los datos. Son números pequeños a escala nacional, pero la tendencia preocupa a las autoridades del partido”. Y es lógico que estén preocupados, porque se ve venir que el centro derecha republicano huye ante la posibilidad evidente de que Trump se vuelva a presentar a unas elecciones
El Partido Republicano tenía una oportunidad con este impeachment para volver a un cauce conservador moderado del que se ha apartado hace tiempo, reivindicando unos valores, amplios eso sí, que abarcarían desde la derecha tradicional al centro derecha de la política estadounidense.
ante la falta de condena. Imaginémosle dentro de cuatro años, envalentonado, manteniendo sus acusaciones de un fraude electoral en 2020 que nunca existió, mintiendo como lo ha hecho hasta ahora; su electorado encantado, con terraplanistas, negacionistas del Covid y demás conspiranoicos del microchip en las vacunas eufóricos ante el regreso del líder supremo. ¿No es normal que el centro derecha quiera huir a toda velocidad de ese escenario apocalíptico?, yo creo que sí.
Por todo ello muy bien lo tiene que hacer Biden y mucho tienen que mejorar la situación económica de Estados Unidos, el incremento de puestos de trabajo y la correlación de fuerzas sociales en el país, para que el demócrata, o su sustituta, repitan la victoria. Es factible que lo consigan, pero el fantasma de un Trump libre de cargos por provocar y alentar una insurrección pesa en el imaginario demócrata. Y la creación de un nuevo partido de centro derecha radicalizará más si cabe a los republicanos que, trumpistas o no, le han apoyado ciegamente, extremando el panorama político estadounidense.
No sabemos si Kamala Harris tendrá que liderar ese enfrentamiento electoral dentro de cuatro años, pero desde luego se plantea un apasionante panorama político que afectará a Estados Unidos y al resto del mundo a partir de su política exterior.