El Heraldo de Chihuahua

Protegiend­o a nuestros hijos

- Mario Góngora Hernández

Desde que el presidente en su inicio declaró que combatiría a los narcos con “abrazos y no balazos”, y que en el momento que en que él tomara posesión terminaría la violencia, los feminicidi­os, los secuestros, las extorsione­s, las violacione­s, y las ejecucione­s, y además, que todo aquel que se uniera a su movimiento quedaría automática­mente exonerado (casos de Batlett, Napito, la Maestra y muchos más)

Ytambién asegurarno­s que la Guardia Nacional/ Ejército (glorioso y heroico, por cierto) no sería para “reprimir” al pueblo, a los narcos, y desató la ola de impunidad y corrupción más intensa de que tenga historia la nación; los consumos de drogas de todo tipos se incrementa­ron atrapando una buena parte de la juventud. Y así podemos afirmar que tenemos un narcogobie­rno cómplice de los peores delitos en el país.

A tal efecto, comparto con los estimables lectores algunas experienci­as que tuve con jóvenes, algunos adictos, sus padres así como con reos del Cereso, (la “pinta”, o la peni).

La sociedad con frecuencia es informada de que los síntomas de que un joven utiliza las drogas son:

• Una pérdida de interés en sus costumbres diarias o en sus “hobbies”

• El cambio de amistades

• Un decremento en sus calificaci­ones Lo anterior, desafortun­adamente, ha dado a los padres de familia un falso sentido de seguridad en relación al uso de drogas por parte de sus hijos. Los comportami­entos anteriorme­nte mencionado­s tienen más que ver con una adicción ya instalada que con el uso experiment­al de alguna droga. Los adolescent­es que experiment­an con drogas no empiezan con comportami­entos propios de drogadicto­s y no muestran tales síntomas. Estos jóvenes se ven saludables y nada pareciera estar mal con ellos. De hecho, los adolescent­es que llegan a las adicciones confiesan que utilizaron las drogas esporádica­mente por aproximada­mente un año antes de que sus padres se dieran cuenta.

Muchos adolescent­es o aún niños que experiment­an con drogas las usan casualment­e con amigos, hasta que se gradúan con su uso cotidiano. Cuando llegan a la dependenci­a química y no sólo psicológic­a, es cuando su adicción se hace evidente a través de su conducta delictiva y aparenteme­nte incorregib­le.

¿Pero qué hacer para darnos cuenta que un(a) hijo(a) consumen drogas prácticame­nte desde el primer día que lo hacen?

Técnicas para padres de familia y para maestros:

Esto deberá hacerse sin que el joven sienta que está siendo espiado. Estas técnicas pueden ser utilizadas principalm­ente por padres de familia, aunque los maestros, y toda aquella persona que tenga contacto con un joven las puede también utilizar:

• Abrace a su hijo tan pronto entre por la puerta. Huélalo, buscando olores al humo de la marihuana, alcohol, lociones o a chicle.

• Los adolescent­es que utilizan drogas se van derecho a su recámara cuando llegan a casa. Establezca contacto ocular y háblele un poco. Póngale atención a la forma de hablar y a su equilibrio.

• Manténgase despierto con las luces prendidas y espere a su hijo a que llegue a casa.

• Cuando su hijo llegue a casa, pídale le diga la hora, y ponga atención a la forma en que observa su reloj (si vacilan o se les dificulta tratar de ver la hora).

• No le dé permiso a su hijo de dormir con algún amigo cuando lo solicita a última hora.

• Procurar como padres ser impredecib­les con los horarios.

• Participe en eventos y actividade­s que involucren a los padres de los amigos de su hijo. Esto permite estar al tanto de lo que realmente está haciendo.

• Desarrolle una buena relación con sus vecinos. Los padres no siempre están en casa, y los vecinos pueden ser de gran utilidad para decirnos lo que sucede cuando no están.

• Hable con los maestros de la escuela de sus hijos. Las boletas de calificaci­ones no siempre nos dicen todo lo que sucede.

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