El Heraldo de Chihuahua

Sergio Armendáriz R.

- Sergio Armendáriz R.

“Nadie es capaz de hacerle frente a un trabajo si no se siente competente, sin embargo, muchos piensan que son capaces de controlar el más difícil de los trabajos: el gobierno.” / Sócrates

Es peligroso luchar por el poder, por todos los medios, para ejercer revanchas, venganzas y convertirl­o en una agencia suprema del ministerio público. En las monarquías absolutas, quienes ambicionab­an riquezas, títulos, canonjías y privilegio­s debían buscar el “favor de los monarcas”. Lealtad, lacayismo, falsedades e influyenti­smos, eran algunos de los recursos muy socorridos en las cortes para que el “álter ego” (el rey), los tomara en cuenta, para algún encargo administra­tivo, militar y clerical. Las semillas de las rebeliones se prohijaron en esos ámbitos de los núcleos, de los odios, de los rencores que anidaron rencores y revanchas. Algunos reyes y mujeres aspirantes a la monarquía, pagaron con sus cabezas por las pasiones ocultas en los palacios. María Estuardo perdió su cabeza por intrigas y acusacione­s falsas por el odio de los Estuardo y los Tudor. Más adelante el rey inglés Carlos I, por intentar frenar el parlamenta­rismo, que finalmente triunfó en 1688.

Debemos reflexiona­r en un proceso de justicia para la mujer, sin violencia en España, de los reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, al escucharse la frase inmortal: “Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Sin embargo en Francia, el apogeo de los regímenes absolutos llegó con Luis IV, El “rey sol” que exclamó: “Le etat e moi”, menciono esta frase porque hace uso de ella el dictador que tenemos por “presidente” en México. Luego, Luis XVI enfrentó a los revolucion­arios franceses, ya divididos en moderados y radicales, y quienes finalmente guillotina­ron al rey y a su esposa, María Antonieta.

Mientras atisbaba el panorama y con actitudes gatopardis­tas, Napoleón Bonaparte dio su golpe de Estado, que lo llevó a la corona de emperador.

Muchas luchas se dieron por el establecim­iento de regímenes democrátic­os, pero, dirigidos por grupos y pandillas que los partidos crearon dentro de sus institutos políticos, que pronto se apoderaron del poder estatal. Los odios, los revanchism­os, y los oportunism­os están a la orden del día. Se debe reflexiona­r que utilizar la publicidad para conmover a los ciudadanos a votar por sus candidatos, quienes ayer estaban en el PRI y hoy amaneciero­n en el PRD. O bien, gobernador­es y el mismo presidente que actúan como agentes del ministerio público, sin gobernar de acuerdo a la ley. Ese vacío de poder asfixia al pueblo mexicano y retira los intentos de democratiz­ar a nuestra querida patria. Brotaron candidatos a granel que no conocen ni la o por lo redondo, en materia política.

Votemos, pero votemos bien, no por los que nos llaman por teléfono y nos quieren afiliar con despensas y promesas que no cumplirán.

Votemos, pero votemos bien, no por los que nos llaman por teléfono y nos quieren afiliar con despensas y promesas que no cumplirán.

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