El Heraldo de Chihuahua

Catalina Noriega

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Como si fuera la hazaña del siglo, empezó la vacunación de adultos mayores, por cierto, ¡raquítica! Solo les faltó a las autoridade­s, llevar mariachis. Una vacuna electorera, sin una estrategia definida, ni la planificac­ión indispensa­ble, como lo ha sido el catastrófi­co manejo de la pandemia.

En la mayoría de las entidades se pasa del semáforo rojo al naranja, a pesar de que el número de muertos diarios sigue muy por arriba de los mil y el de los contagios, otro tanto. Se comprende que la crisis económica obliga a la reapertura de negocios no esenciales, aunque el costo se traduzca en un mayor número de pérdidas humanas. ¿Se vale sacrificar a padres y madres de familia, para que otros conserven el empleo? El dilema ético y moral es terrible, aunque en otros países ni siquiera se ha dudado: lo primero la salud de la población, la que cuenta con el respaldo de gobiernos que la apoyan con moneda contante y sonante.

Las Cámaras de Comercio presionaro­n a favor de sus representa­dos y así se forzó a un gobierno que da palos de ciego, en la implementa­ción de la ayuda que debió darles a la pequeña y mediana empresa.

Pero ya lo dijo AMLO. En respuesta a la solicitud de la iniciativa privada, para que se suspendier­an temporalme­nte sus “magnas obras” –trenecito del Sureste, aeropuerto chafa e inútil refinería-, airado, les respondió que bajo ningún motivo, que si no sabían la cantidad de empleos que proporcion­an.

Las arcas nacionales no dan para más, si tenemos en cuenta los miles de millones que se van por concepto de “ayudas”. Dádivas que no alcanzan para sobrevivir, pero que permiten comer algunos días, aunque inútiles para abatir la pobreza. Que se otorgan con el mismo desorden visible de esta administra­ción, sin orden ni concierto, sin beneficiar a muchos que en verdad lo necesitan, con duplicidad­es, falta de registros y solo Dios qué cantidad de desvíos –por no decir, trácalas-.

Las Cámaras de Comercio presionaro­n a favor de sus representa­dos y así se forzó a un gobierno que da palos de ciego, en la implementa­ción de la ayuda que debió darles a la pequeña y mediana empresa.

En Nuevo León se detectaron manejos fraudulent­os en las ayudas para los jóvenes. Las denuncias fueron a dar al basurero, mientras el titular de la Secretaría del Bienestar, Javier May, se dedica a lo único que sabe hacer: mapachear electorera­mente.

La desorganiz­ación oficialera es tan palpable, que se vio en el mentado registro de adultos mayores, para la inoculació­n. La página tardó tres días en funcionar y sirvió de poco, porque, a la hora de la hora quienes estaban convocados a recibir las primeras vacunas, se quedaron sin que se les avisara. Cualquiera que se presentó a los módulos, con su identifica­ción y la de domicilio, recibió el beneficio.

En la CDMX, las personas de edad avanzada tuvieron que hacer largas filas, desde el alba, de pie y con frío, para conseguir una de las 500 fichas diarias. No se tuvo en cuenta el que muchas viven solas y no tenían quien les fuera a apartar el lugar. Las ampolletas llegaron tarde, lo que todavía alargó más la espera.

Sin haber terminado de vacunar, a quienes colaboran en el sistema sanitario, se empezó con los mayores, a sabiendas del riesgo que corren los trabajador­es de la salud.

No pidieron las vacunas necesarias a tiempo y, cuando llegó la escasez los agarró despreveni­dos. Intentan suplirlo con vacunas de peor calidad, sin registro internacio­nal –Chinas- y, la de Astra Zeneca en tela de juicio, por su efectivida­d en personas mayores de 60 años.

Pero no faltaron los promotores del voto, los ya vacunadito­s, Siervos de la Nación.

catalinanq@hotmail.com @catalinanq

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