Tras un año de pandemia, los icónicos taxis de NY son cada vez más escasos y su futuro parece incierto
Eran omnipresentes en las calles de Nueva York, tan emblemáticos de la Gran Manzana como el Empire State o las gorras de béisbol de los Yankees. Pero tras un año de pandemia, los taxis amarillos son cada vez más escasos y su futuro parece incierto.
Una mañana gélida de febrero, en un estacionamiento cercano al aeropuerto de La Guardia, unos 50 taxis amarillos hacen fila en busca de un cliente.
Antes de la pandemia, "había cientos de taxis amarillos en este estacionamiento, hacíamos la fila afuera y esperábamos 20 minutos. Ahora somos 50, y esperamos dos horas", dice Joey Olivo, un veterano de las calles neoyorquinas con 30 años de experiencia.
Con el teletrabajo generalizado de quienes acudían cada día a los barrios de negocios, el cierre de las escuelas y la paralización del turismo, la cantidad de viajes se ha derrumbado.
"Es duro: mis ingresos cayeron un 80%; ganaba quizás 1.000 dólares por semana, ahora estoy en 200-300 dólares", cuenta Olivo.
Sin su mujer enfermera, que continúa "ganándose bien la vida", "me hubiera puesto una soga al cuello", asegura este sesentón de Brooklyn, jovial pese a todo tras su mascarilla.
EN CAÍDA LIBRE
La mayoría de los choferes de taxi de Nueva York, sobre todo inmigrantes de primera generación, no tienen su suerte ni su buen humor frente a la evaporación de su fuente de trabajo.
La llegada de la competencia de Uber, Lyft y otras aplicaciones ya había mermado drásticamente sus ganancias, que podían superar los 7.000 dólares mensuales si trabajaban largas horas, siete días por semana.
Pero con la pandemia, "es la caída libre", resume Richard Chow, un birmano de 62 años.
Chow no es uno de los más desesperados porque compró su permiso de taxi -denominado "medallón" en Nueva Yorken 2006, por 410.000 dólares.
En los años siguientes, el precio de los medallones se disparó, inflado por una nebulosa de banqueros, inversores y abogados. En 2009, su hermano menor, Kenny Chow, pagó 750.000 dólares por el suyo. En 2014, los medallones alcanzaban el millón de dólares.
El éxito de Uber y sus rivales hizo explotar esta burbuja. Y condenó a la quiebra o a la deuda eterna a miles de choferes que habían comprado medallones a precio de oro.
Fue en este contexto que llegó la pandemia y sus "efectos devastadores", explica Bhairavi Desai, directora de la Taxi Workers Alliance, sindicato de los choferes neoyorquinos.
Olivo y Pierre piensan que los negocios terminarán por mejorar, aunque concuerdan en que nunca más será como antes.
Bhairavi Desai agrega: "En todo el mundo (...) sabes que estás en Nueva York cuando ves un taxi amarillo", dice. "Es un ícono cultural (...), un servicio 24/24 que es parte integral del tejido económico, social y cultural de esta magnífica ciudad".
La llegada de Uber, Lyft y otras apps, ya había mermado drásticamente sus ganancias