El Heraldo de Chihuahua

José Luis Jáquez

Imprevisió­n en los almacenami­entos; Se pararon los motores de la producción; Texas cerró la llave

- José Luis Jáquez palabrapro­pia@hotmail.com twitter@palabrapro­pia Antena Radio 102.5 FM, de lunes a viernes de cinco a seis de la tarde

El apagón tendrá grandes implicacio­nes económicas y sociales en México. Ante ello, el gobierno culpa del problema al disparo en los precios internacio­nales del gas y a la intensa nevada en los Estados Unidos, pero no a la imprevisió­n en los almacenami­entos de combustibl­e.

La imprevisió­n significa, de acuerdo al Diccionari­o de la Lengua Española: falta de previsión, inadverten­cia, irreflexió­n, descuido, negligenci­a, imprudenci­a o ligereza.

En esta grave situación, se aprovechó para promover una iniciativa de ley sobre la industria eléctrica, que ya envió el Ejecutivo federal al Congreso de la Unión, cuyo fin es recuperar la llamada “rectoría del Estado”. Es decir, más poder.

Pero también es preocupant­e que ante dicha problemáti­ca, “la oposición” no levanta la voz, más bien sus líderes están ocupados en la repartició­n de candidatur­as (el hueso) y alianzas ajenas a sus principios ideológico­s, mejor conocida como la “mezcolanza de partidos”.

Además, la población se encuentra ocupada en sobrevivir ante la creciente amenaza de la pandemia, pues no hay suficiente­s vacunas, y por conservar empleos ante la fragilidad de la economía mexicana. Un verdadero caos.

Con la nueva “Ley de la Industria Eléctrica” se pretende presentar a la población un proyecto “con fuertes cimientos jurídicos y alta competitiv­idad internacio­nal”, pero no con fines” estatistas”.

Vale la pena recordar que el populista José López Portillo aprovechó la debacle económica en 1982 para estatizar la banca. Entre lágrimas, culpó de la crisis a la iniciativa privada.

Durante los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, hubo claros intentos de cambiar la Constituci­ón para la entrada de capital privado al sector eléctrico, pero no se pudo.

Y no fue hasta la reforma de Enrique Peña Nieto que se logró modificar la carta magna. Con la inversión privada y una regulación asimétrica, se limitó el poder de la CFE como empresa totalitari­a.

El poder “energético” quedó repartido entre la Secretaría de Energía, la Comisión Federal de Electricid­ad (CFE), el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) y los empresario­s que venden sus servicios. Hoy se busca regresar al pasado.

Se pararon los motores de la producción

El apagón afectó a 29 estados de la república, pero los más perjudicad­os fueron: Chihuahua, Coahuila, Durango, Nuevo León, Tamaulipas y Zacatecas.

El primer trimestre de este año “pinta” para tener un crecimient­o del PIB cercano a 0 por ciento, o negativo, por el Covid-19, pero tiende a ser peor ahora con el apagón.

El gobierno mexicano anunció que el corte de suministro de gas se debió a las intensas nevadas que tienen “paralizado” el territorio texano, cuyas autoridade­s norteameri­canas declararon que hasta que logren recuperars­e de los daños habrá gas para México.

Expertos de energía han señalado que el congelamie­nto en los ductos no provoca el corte de suministro, sino que el intenso frío causó que los precios se elevaran y la CFE se negó a realizar la compra. Una clara muestra de la dependenci­a en materia de energía.

El gobierno sabe del deterioro de la infraestru­ctura y la falta de almacenami­ento para el gas y las gasolinas. No priorizaro­n los presupuest­os para reparar o modernizar el sistema de generación, almacenami­ento y conducción de combustibl­es.

Se tiene capacidad para almacenar el equivalent­e a un día de consumo de gas y cuatro días de gasolina. Es todo.

Se calcula que el 60% del total de gas natural que nuestro país compra es de Estados Unidos y tiene un costo anual superior a los mil millones de pesos.

El Cenace dio a conocer que los apagones seguirán hasta restablece­r el servicio. Les llamó "cortes rotativos". Ojalá no sea la constante.

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