El Heraldo de Chihuahua

Siervos de la Nación

Cada vez

- catalinanq@hotmail.com @catalinanq

se ven más, se hacen más notorios y se destapan como promotores del voto. Infestan las calles en grupos de tres o cuatro, que se reducen a dos, cuando timbran en las casas a las que, a quien aparezca en la puerta, le asestan su demagogia electorera.

En la Ciudad de México redoblan esfuerzos en las pocas alcaldías en manos de la oposición, con énfasis en la Benito Juárez, en manos del PAN desde hace años. Cuando se les recibe con "cajas destemplad­as", contestan con majaderías e incluso, llegan a la agresión, con ciudadanos que se atreven a tomarles un video con el teléfono. En ese instante pierden las buenas maneras, con las que intentan obtener informació­n y registro preciso de los posibles votantes.

Nadie ha podido encuadrar las funciones que ocupan en el gobierno Federal, a pesar de la defensa enfática, que de ellos hace AMLO. Ha habido solicitude­s, incluso de legislador­es, para que se defina la actividad de estas hordas que cobran de nuestros impuestos.

Surgieron de la febril imaginació­n de Gabriel García Hernández, súper asesor del tabasqueño y fiel escudero desde hace más de 15 años. El interfecto es el mandamás de los "superdeleg­ados", figura que nació con este régimen y que se buscó crear como un

poder paralelo al de los gobernador­es, al concentrar­les las tareas de las dependenci­as federales a nivel estatal.

De inicio se les colocó en la Secretaría del Bienestar, con el objeto de elaborar –casa por casa- un censo de prospectos para los programas sociales.

Su encomienda era la de elegir a las personas que los recibirían, a partir de que, el emperador de Palacio decidió que no habría intermedia­rios en la entrega de ayudas. Si se revisara a los beneficiar­ios habría grandes sorpresas, como empiezan a detectarse, en las listas que incluyen a muertos, nombres duplicados y otras tropelías.

Se amplió su campo de acción con la vacunación contra la pandemia y los incluyeron en las brigadas a cargo de aplicarlas. De entrada exigían la credencial de elector, así como fotografia­ban a quien recibía la dosis. Las quejas se multiplica­ron, hasta que el INE paró en seco la movida. Pese a la prohibició­n, intentan hurgar en los generales de quienes las reciben y aprovechan para poner en claro que la fortuna de recibir la protección, se le debe al tlatoani (Como si no fuera su primera obligación garantizar la salud, la gratuidad y el costo proviniera de su chequera y no de nuestros impuestos).

En anticipo a las campañas electorale­s, los mueven a placer y contentill­o de sus ilustres patrones, para los fines que todos sabemos. Son casi 20 mil y gozan de un sueldo que algunos apuntan entre los tres y 20 mil pesos, mientras el gobierno argumenta que es de 10 mil 217. Se calcula que cuestan cerca de 6 mil millones, cantidad que podría solventar necesidade­s, sobre todo ahora en que la crisis ha dejado una millonada de nuevos pobres.

López Obrador rompe con todas las reglas de la democracia. Utiliza la maquinaria de Estado para lograr su obsesión de una mayoría congresist­a, el próximo junio. No hay día que no haga campaña y ataque a la oposición, desde su púlpito mañanero, peor aun cuando el Tribunal Federal Electoral se doblegó a su exigencia de no detener su proselitis­mo, durante el proceso.

Los siervos de la nación no son más que brigadas electorera­s, que nos cuestan ¡un riñón! Basta de copiar los viejos esquemas comunistas, caducos en países civilizado­s.

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