Deudas buenas vs malas, ¿de cuáles hay en tu vida?
Las deudas “malas” son cuando se destina más del 30% de los ingresos en pagos, comunicó la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), destacando que un mal manejo puede desequilibrar sin duda la salud financiera.
Asimismo, la dependencia catalogó como deudas malas el endeudamiento con tarjetas de crédito; tratar de llevar un estilo de vida no acorde a los ingresos; pagar viajes, además de comprar ropa, calzado o despensa, así como el pago de servicios básicos con tarjetas de créditos.
Este tipo de deudas se distinguen por no generar ganancias, adquiriendo bienes que no necesitamos, que tienen corta duración o se deprecian rápidamente. Las deudas comienzan a convertirse en malas cuando existe un mal manejo de éstas, ocasionando que se rebase la capacidad de pago. Una vez que las personas se encuentran en esta situación, optan por adquirir un nuevo préstamo para pagar las deudas de la primera, creando un ciclo de endeudamiento. También se pueden diferenciar las deudas malas cuando les destinas más del 30% de tus ingresos en pagos.
Sin embargo, también hay deudas buenas, como deuda de apalancamiento para invertir o potenciar un negocio; la compra de un auto (de segunda mano en buen estado), el cual se puede poner a trabajar para ti; la hipoteca de una casa; el pago de un curso o maestría, que aumente las posibilidades de conseguir un mejor empleo, con mayor ingreso; el pago de un seguro de gastos médicos mayores que te proteja a ti y a tu familia.
Estas son todas aquellas que hacen crecer tu patrimonio o te mantienen seguro ante eventualidades. Las personas suelen adquirirlas para invertirlas en algo que les genere ganancias en el futuro, es decir, una buena deuda reflejará beneficios a mayor plazo y duración. También suele definirse a este tipo de deudas cuando se destina en bienes duraderos, que su pago no rebase el 30% de tus ingresos mensuales, que te generen liquidez o haga crecer tu patrimonio.
La Condusef recomienda no destinar más del 30% de los ingresos en gastos innecesarios.