El Heraldo de Chihuahua

Mario Góngora Hernández

- Mario Góngora Hernández

A estas alturas en nuestro país, con la facilidad que se puede ser impune, y con las autoridade­s corrompida­s en su mayoría, hemos perdido la facultad de respetar todo aquello que debe ser respetado.

La vida, las personas, la educación, las pertenenci­as de los demás, nuestros mayores, nuestros padres, los maestros, las religiones, la honorabili­dad, son ahora objeto de burla de muchos. Las virtudes, la vida familiar, el patriotism­o están por perderse en su totalidad.

Día a día, gota a gota, el veneno penetra en lo más profundo de una sociedad ignorante pero “sabia y buena” de la importanci­a de Principios y virtudes. No se cuenta con la disposició­n ni con la energía para hacer las cosas como se deben hacer. Tenemos todas las caracterís­ticas de una nación en el proceso de inminente decadencia y muerte.

¿Dónde se encuentran la generosida­d, la lealtad, el empuje y el coraje que formaron nuestro gran país? Pronto seremos reconocido­s solamente por nuestra corrupción, nuestros errores, nuestros sicarios y nuestra falta de interés por los demás y por ser un

Día a día, gota a gota, el veneno penetra en lo más profundo de una sociedad ignorante pero “sabia y buena” de la importanci­a de Principios y virtudes. No se cuenta con la disposició­n ni con la energía para hacer las cosas como se deben hacer.

representa­nte más de un país comunista. La mayoría, por ser muy listos, sabios y buenos, no percibe que nos hundimos, que necesitamo­s cambiar cada uno de nosotros para exigir a las autoridade­s incapaces de tomar las decisiones adecuadas los resultados que todos merecemos. Muchas naciones nos sobrepasan ya en muchas áreas, y nosotros seguimos distancián­donos del camino del progreso y de la rectitud.

Orden, economía, patriotism­o, fuerte sentido del deber, la conciencia de la dignidad personal, respeto a la autoridad que se dé a respetar, y obediencia a las leyes que no se dejen manipular por las influencia­s de gente poderosa del partido más corrupto que ha tenido el país, Morena, verían un país firme, sólido, y los políticos y gobernante­s pusieran el ejemplo en todas sus acciones.

¿Y cómo somos en la actualidad? Somos una turba de ciudadanos desordenad­os, eso sí, muy sabios y buenos, donde todo mundo se ve y se siente con el derecho de hacer lo que se le antoje, de tener dinero fácil, de obtener puestos políticos por influencia o favores, de abusar de los demás, sin nadie tomar en cuenta a los ecuánimes, a los honrados, a los educados, a los que tienen realmente las cualidades para dirigir o gobernar. Estamos en un país en el que los altos puestos políticos son ocupados por ignorantes sin talento alguno.

Nuestro éxito como país podrá depender de muchos factores, pero quizá es verdad cuando Platón dice que “en la búsqueda del bien de otros, encontramo­s el nuestro”.

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