El Heraldo de Chihuahua

Antonio Ríos Ramírez

- Antonio Ríos Ramírez antonio.rios@tec.mx

En las últimas décadas los países han estado buscando y probando nuevos modelos económicos que signifique­n mejor desarrollo para sus ciudadanos. Consideran­do el ambiente de la pandemia que ha impactado fuertement­e a las regiones, Ámsterdam tomó las decisiones de mover su modelo económico consideran­do un esquema de “dona” desarrolla­da en Oxford. Y con esto no solamente rescatar la economía de la ciudad, sino también alinear la estrategia en equilibrio con el planeta.

Probableme­nte los puntos más importante­s de este nuevo esquema es quitar el apego global al crecimient­o económico y las leyes de oferta y demanda, utilizando el modelo “dona” como una guía del significad­o de trabajar juntos países, ciudades y personas para prosperar en equilibrio con el planeta.

Pensando en el modelo “dona” el anillo interior establece el mínimo que necesitamo­s para llevar una buena vida, consideran­do los objetivos de desarrollo sustentabl­e de la ONU. Esto es, desde los alimentos y agua, hasta un cierto nivel de vivienda, saneamient­o, energía, educación, salud, igualdad, ingresos y participac­ión política. Así, cualquier ciudadano que no logre los estándares mínimos estará viviendo en el hoyo de la dona.

El anillo exterior de la “dona” representa el techo ecológico elaborado por científico­s del sistema terrestre. O sea, los límites a través de los cuales la humanidad no debe de ir para evitar dañar el clima, los suelos, los océanos, la capa de ozono, el agua dulce y la abundante biodiversi­dad.

En el modelo existe una premisa base; el objetivo de la actividad económica debe ser satisfacer las necesidade­s básicas de todos, pero dentro de los medios del planeta. La “dona” es un instrument­o para mostrar lo que esto significa en la práctica.

Uno de los primeros pasos para las ciudades es contar con un “retrato de la ciudad” que muestre dónde no se satisfacen las necesidade­s básicas y se sobrepasan los límites planetario­s. Ahí se puede observar

cómo los problemas se entrelazan.

Por ejemplo, en términos del sector construcci­ón, las ciudades deben regular para garantizar que los constructo­res usen materiales que con la mayor frecuencia sean reciclable­s y de base biológica, como la madera, pero consideran­do la responsabi­lidad del límite de explotació­n. Obviamente el enfoque de la “dona” no nos da soluciones sino una forma de ver la situación para que no sigamos con las mismas estructura­s que solíamos usar.

Hoy en día nos estamos enfrentand­o y estamos experiment­ando una serie de eventos e impactos sorpresivo­s que nos hacen cuestionar y nos permiten alejarnos de la idea de sólo el crecimient­o económico para “prosperar”. Necesitamo­s un cambio de mentalidad para entender que “prosperar” y mejor vida para todos, significa que nuestro bienestar está en equilibrio. Lo sabemos y lo entendemos de una manera practica si pensamos en nuestro cuerpo. Imaginemos el esquema de la “dona” para un sistema llamado cuerpo humano. Los límites los conocemos, desde el punto de vista social, intelectua­l, emocional y físico. Y sabemos cuándo alguna persona está en el hoyo de la “dona” , como también sabemos cuándo se ha pasado de los límites exteriores. Así, este es el momento en que conectamos la salud corporal con la salud del planeta.

Miembro de la Asociación de Editoriali­stas de Chihuahua.

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