Y si no hubiera partidos políticos ….
“Todos los hombres son dioses para su perro.” Aldoux Huxley (1894 – 1963)
Durante el bullicio de la Revolución Francesa se engendraron dos grupos antagónicos entre sí: los Jacobinos (republicanos radicales) y los Girondinos (liberales moderados), época donde los conceptos de sufragio universal y soberanía popular suplantaron el poder de la nobleza y el clero, surgiendo los partidos políticos, tal y como observamos inicialmente en Norteamérica en 1797 con John Adams postulado a la presidencia por el Partido Federalista.
En México fue Vicente Guerrero (1823) el primer presidente postulado por un partido: el Liberal para dar pie a una cruda etapa de golpes de Estado, magnicidios, rebeliones, fraudes electorales, compra de votos, etc. todos ellos apadrinados por partidos políticos hasta la llegada del dictador Porfirio Díaz que también arribó por el Partido Liberal (que irónicamente se había opuesto a la reelección de Juárez), siendo desterrado en 1911 para continuar con seudopresidentes caudillistas hasta la creación del Partido Nacional Revolucionario en 1929 (hoy PRI) con un presidencialismo hegemónico. Hoy estamos inmersos en una grotesca espiral de crisis económica, sanitaria y política nunca antes vista, bajo un gobierno federal proclive a la dictadura.
Sin duda se ha caído en esta perversidad por el juego que los ciudadanos les permitimos a los partidos, situación grave sobre todo si analizamos el contexto internacional. Bastaría con citar: En los Estados Unidos, primera economía del orbe con 330 millones de habitantes, el Congreso en ambas cámaras se compone de 535 legisladores con una dieta parlamentaria de 290 mil pesos mensuales a los representantes. En México con 126 millones de habitantes la
En México con 126 millones de habitantes la totalidad de las dos cámaras se componen de 628 legisladores con una dieta de 194 mil pesos promedio los diputados.
totalidad de las dos cámaras se componen de 628 legisladores con una dieta de 194 mil pesos promedio los diputados. Con 240% más legisladores mexicanos en proporción poblacional con legisladores estadounidenses. No sólo eso: el costo medio de vida en Washington en relación con la clase media en la Ciudad de México es dos veces más cara allá que en el DF. Pero además no existen los legisladores proporcionales, cuyo costonación es un insulto para un país pobre. Es decir que nuestros diputados nos cuestan 40% más en comparación con el erario norteamericano. Mismos estudios del Instituto Belisario Domínguez del propio Senado y demás centros de investigación legislativa como la UNAM, REDIPAL, Coparmex, etc. confirman estos comparativos. Lo que es peor, que llegando los congresistas a ocupar un escaño o curul representan los intereses de las negociaciones de sus líderes partidistas, jamás de los ciudadanos votantes, porque ordena el Ejecutivo.
En una sociedad utópica como la describe Aldous Huxley en su obra “Un mundo feliz”, predomina una organización social estricta donde no importan la libertad ni la iniciativa personal, sino la eficiencia y la productividad del individuo. Aquí seguramente saldrían “votados” los políticos y se elegirían bajo listados los hombres y mujeres más preparados, capaces y honestos, no los que impongan las mafias de los partidos.