FILOSOFÍA: EL INTERÉS JUVENIL EN LA EDUCACIÓN
El surgimiento de este texto es debido a la manifestación notoria de la falta de interés educativo en los jóvenes de hoy en día. Es tanto que se ha presentado un alto índice de deserción al concluir la educación de nivel medio superior, necesario para los requisitos de un empleo formal. En este punto es donde se cuestiona: ¿Cómo es posible que estando en una época de muchas posibilidades se presente esta situación? Siempre se ha planteado que el problema original es propiamente de los jóvenes, puesto que tienden a ser conformistas y buscan los medios más prácticos para sus necesidades, en este caso terminar los estudios mínimos para conseguir trabajo y poder sustentarse económicamente, eso es todo para el joven, que se ve de alguna forma “feliz” al encontrar una estabilidad, ya que al tenerla no encuentra más interés en seguir desarrollándose personal y profesionalmente, porque no lo ve como algo necesario e imperante para sí.
Hasta ahora eso es lo que se ha manejado y realmente no se ve cuál es el verdadero problema. Tenemos conciencia que la escuela es un punto fundamental en la sociedad y es ahí donde radica la falla. El punto clave en esto son los maestros, porque en la educación el docente no es sólo aquel que está enfrente de un salón de clases y descarga determinada información básica, sino más bien es quien guía a los alumnos, los encamina a un mundo intelectual, social y cultural. Asimismo, es él quien los inspira a seguir desarrollándose, para tener un mejor futuro profesional y laboral. Pero, ¿qué ocurre cuando el maestro no se siente inspirado para sí mismo y no toma en serio el rol que ha de desempeñar para con su grupo de clase? ¿Qué sucede cuando la frustración del docente se ve reflejada en el encanto educativo de los alumnos? ¿Realmente se reflexiona acerca de quién educa a los jóvenes?
Estas son ciertamente algunas de las muchas preguntas que habría que poner en tela de juicio y reflexionar, puesto que la mayoría de las personas se quejan del caos, de la violencia o simplemente de los malos manejos del gobierno. La sociedad está en crisis por las acciones que las mismas personas hacen y que, de alguna forma, los jóvenes tienden a imitar.
LA NATURALEZA MELANCÓLICA DEL SER HUMANO
Y en el caso la educación tiene una caída bastante drástica. Este mismo caso se presenta en la filosofía. Es cierto que en estos días estamos inmersos en una caída de la misma, hemos perdido de alguna forma el orden que tiene, llegamos a tal grado de entrar en una etapa melancólica donde sólo estando en ese punto es cuando surge la necesidad de salir de este estancamiento intelectual. El papel del verdadero filósofo no es aceptar sin miramientos esta caída, es propiamente el renovar la filosofía. Hay que ver a esta melancolía como una señal. Los hombres son de naturaleza melancólica y es por eso que hay que seguir trabajando verdaderamente y en cooperación con la educación formal, en búsqueda de una solución sustentable. En esto es que radica la genialidad del filósofo debido a que “no puede ponerse en duda: la extraordinaria producción y agudeza de los planteamientos existentes” (Martija, 2010, p. 27) En efecto, mientras esta etapa de melancolía se apareje con la fuerza de animo, es posible llegar a un análisis propio de la situación para que así se pueda encontrar una forma inteligente y factible de resolverla.
Una de estas posibles soluciones es el tratar de vincular la filosofía con la educación básica, y no me refiero precisamente al incluir la materia de tajo dentro de los programas educativos, sino más bien que ésta fuera a la par. Uno de los papeles que desempeña el filósofo es el de inmiscuirse en todas las ramas de los saberes, no que las abarque todas, sino que tuviera las bases necesarias para poder manejarlas, es decir “alguna enseñanza de la filosofía debería ser arte esencial de la educación liberal de todo individuo… pues la filosofía académica que ahora se enseña y estudia sólo se ve en libros no satisface el sentimiento de interés posterior” (J. Adler, 1969, p. 23).
Se trata de establecer y discutir las condiciones que la filosofía académica debe satisfacer, tratandose de un cultivo de la mente humana en general, no sólo es ejercitar y perfeccionar los talentos de quienes tienen dotes o propensiones especiales para la filosofía, no se trata de seleccionar sólo algunos, es dar un acercamiento general de la filosofía, sus principios, procurando su trascendencia.
LA FILOSOFÍA COMO UNA EMPRESA PÚBLICA
Asimismo, se debe hacer ver a la filosofía, no tanto como un modo de vida, sino como una empresa pública, donde se ponen en juego todo los conocimientos adquiridos y manejados hasta ahora en un campo real. Es dar a conocer el verdadero trabajo que desempeña un filósofo, ver que con la premisa de analizar las situaciones de diferentes formas, llegar a la solución del problema, reflexionando críticamente condiciones y posibilidades que se tienen, además de las que se pueden tener en cuenta para el estudio.
En última instancia, se entiende que todo aquel que se dedicase a la carrera de filosofía o humanidades se veía encaminado directamente a la docencia, haciendo que se vea como un estancamiento, un punto trunco y conformista para muchos, siendo una completa falacia. No debe verse de ese modo, el rol de docente es incentivar al alumno y no simplemente desatenderse en el colectar información sin una aplicación propia en vista a un mejoramiento social, “cuando la filosofía sea debidamente conducida como una empresa pública y los filósofos trabajen cooperativamente, tendrán mucho mayor éxito que ahora al dedicarse a los mismos problemas” (J. Adler, 1969, p. 136) , y sólo así es como el rol del filósofo será verdaderamente reconocido. La filosofía y todo lo que conlleva sobrevivirá sólo difundiéndola, haciendo ver su importancia y el caos que resultaría con la exclusión de la misma, que es necesaria para un desarrollo que posteriormente origine un alcance en la madurez intelectual de la sociedad.