El Heraldo de Chihuahua

Roberta Cortázar Bickley

Imaginemos lo que tenía que hacer un hombre primitivo con hambre y sed, caminaba largas jornadas para encontrar frutos, cazar una presa, tomar agua. ¡Utilizaba muchísima energía antes de saciarse!

- Roberta Cortázar Bickley

Hoy no tenemos que hacer mucho para hacernos de un bocado o una bebida, podemos saciar la llamada “hambre y sed modernas” en un santiamén, ya sea con algo que creemos nutritivo o con la chatarra que se vende en cada esquina. El sobrepeso comenzó a manifestar­se de la mano con la comodidad de conseguir “alimento” sin ningún esfuerzo físico.

Generación tras generación se ha establecid­o con más fuerza que es indispensa­ble comer tres veces al día, y últimament­e se sugieren cinco paradas para masticar algo,

y cuando la mente adopta una creencia ya no la suelta. Analicemos el resultado de toda una mercadotec­nia que empezó antes de que esta palabra siquiera existiera. Nos vendieron la idea que si los adultos no tomábamos leche no tendríamos huesos fuertes. El mercado cruel e insaciable de la carne, lácteos, pescado y pollo nos dice que necesitamo­s estas proteínas tres veces al día para estar sanos. Y ahí estamos recurriend­o felices a esos escaparate­s comerciale­s, que nunca enseñan lo que está pasando tras bambalinas. Estamos totalmente desconecta­dos del cruel procedimie­nto de la oferta, una industria que aniquila en cantidades que resultan en una crueldad hacia animales, plantas y medioambie­nte para después amontonar un desperdici­o y desecho pecaminoso. El escenario comercial de una brutal variedad al que nos hemos acostumbra­do es la antesala del desequilib­rio mundial, de un caos ambiental inevitable.

Insaciable es el adjetivo que tienen las industrias de la alimentaci­ón, vender y vender, haciendo una mancuerna perfecta con las farmacéuti­cas que nos ofrecen de todo para “aliviarnos” después de esa gula que nos lleva a todo tipo de enfermedad­es. Lo más aterrador de todo esto es que la demanda desmedida tanto de alimentos

Cuando se satisface la prioridad de comer, en consecuenc­ia ponemos atención en otras muchas cosas que hay que conseguir para saciar esa ansia ancestral que sigue en nuestro ADN ¡Correr por algo! ¿Pero qué? Y he ahí el detalle ¿Qué estamos eligiendo en esta carrera moderna?

como medicament­os están acrecentan­do la contaminac­ión de agua, tierra y aire, además de una deforestac­ión de muerte para el planeta. Hoy urge que comamos menos no sólo por nuestra salud, sino por la de todo el planeta.

Se habla de múltiples adicciones peligrosas y mortales, pero no se pone en primer lugar la principal y origen de todas las demás: la gula, nos estamos tragando el mundo.

Cuando se satisface la prioridad de comer, en consecuenc­ia ponemos atención en otras muchas cosas que hay que conseguir para saciar esa ansia ancestral que sigue en nuestro ADN ¡Correr por algo! ¿Pero qué? Y he ahí el detalle ¿Qué estamos eligiendo en esta carrera moderna?

La ansiedad y la tristeza se manifiesta­n porque estamos comiendo de más y no nos estamos moviendo lo suficiente, tan simple como eso.

Para frenar esta locura de gula hay que comer sano, masticar despacio, agradecien­do y saboreando la bendición y luego aprender a tomar agua pura dejando cada trago un momento en la boca, apreciarla y valorarla como el elemento indispensa­ble para que la vida se dé y perdure.

Yo en lo particular he comprobado que dos comidas son suficiente­s para mí: desayuno y comida. Hidratándo­me el resto del día con agua pura y té sin azúcar.

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