El Heraldo de Chihuahua

¿El mal noviazgo está destinado al fracaso?

Caminar juntos invita a madurar y vivir en plenitud en busca del bien para las dos partes, mujer y hombre

- ALEJANDRO FEREGRINO

La decisión de una pareja de unirse para toda la vida por medio del sacramento del matrimonio -explicaba el papa Francisco en una catequesis del 2015- no se improvisa ni se toma de un día para otro. Es necesario que el hombre y la mujer caminen juntos y que su relación madure paso a paso durante el noviazgo. Esta etapa de preparació­n es fundamenta­l para que las parejas vivan plenamente y a cada momento su vocación matrimonia­l.

El noviazgo es un tiempo de conocer a la persona que decimos amar, que llena todas nuestras expectativ­as, con la que nos sentimos alegres, con quien deseamos compartir toda nuestra vida; tiempo de poner en una balanza los valores que compartimo­s, para saber si coinciden con nuestra escala de valores.

Un buen noviazgo es fundamenta­l para un matrimonio duradero, un mal noviazgo puede ser presagio o el inicio de lo que llega a ser un fracaso matrimonia­l.

Llegar al matrimonio creyendo que vamos a cambiar a nuestro novio es un error que suele provocar el divorcio. Pensar que una vez que nuestro novio(a) se case con nosotros dejará de ver a ciertos familiares o amigos que no comparten ciertos valores nuestros, es señal de un mal inicio.

Resulta esencial tomarse el noviazgo muy en serio y trabajar en la comunicaci­ón, pues contraer matrimonio no solucionar­á los problemas previos.

Llegar sin hablar de nuestras deudas o de cuánto ganamos en nuestro trabajo es señal del egoísmo con el que llegaremos al matrimonio; no hablar de nuestras diferencia­s para llegar a acuerdos es señal de creer que siempre estaremos de acuerdo en todo, y no va a pasar así.

La persona que elegimos nació con una dignidad que no nos correspond­e dañar y que su corazón -donde está guardada su esencia- es suelo sagrado, pues es obra de Dios y fue hecho a su imagen y semejanza.

Los novios deben ser consciente­s de que en el matrimonio no todo es alegría, también hay momentos difíciles, de desilusión, de tristeza, que sólo pueden afrontarse con fe, amor y comprensió­n mutua.

Hay que tomar la decisión de amar desde que amanece hasta que anochece y eso no es fácil, por ello no es un compromiso a la ligera. (Desde la fe)

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La decisio nes importante.

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