El Heraldo de Chihuahua

Faltó el gol

USTARI SALVÓ SU META Y LA MÁQUINA NO PUDO SACAR VENTAJA; LA ASISTENCIA REBASÓ LOS LÍMITES PERMITIDOS

- POR JAVIER JUÁREZ

Cruz Azul tiene ventaja o no. Depende el cristal con que se mire. La Máquina aguantó el Huracán que Chivas y América no pudieron, salieron ilesos de la abarrotada casa de los Tuzos, pudieron irse con ventaja, pero Óscar Ustari sacó dos balones que pudieron terminar en la red. Los celestes juegan con fuego en casa, cualquier empate con anotacione­s les da el pase a la final a los hidalguens­es por el criterio de gol de visitante. El pase está para cualquiera.

Juan Reynoso no le jugó a la innovación. El peruano quiso evitar un susto como el que se llevó en Toluca la semana anterior y echó al campo a sus vagones mejor ensamblado­s. Jonathan Rodríguez apareció de arranque. La ausencia del Cabecita en el juego de ida de cuartos de final casi le costó quedar fuera de la carrera por el título.

Cruz Azul puso su mejor armamento, sin embargo, la propuesta de Juan no fue atacar a Tuzos. Reynoso apostó por construir un muro de concreto, desesperar a los hidalguens­es y luego hacerles daño.

Pachuca fue más alegre. Paulo Pezzolano puso a todos sus atacantes. Érick Sánchez, Ismael Sosa, Romario Ibarra, Felipe Pardo y Roberto de la Rosa estuvieron en la cancha. Los Tuzos tuvieron velocidad, regates y tiros. Su baraja de opciones para hacer daño fue variada, pero les costó entrar al área celeste. Roberto de la Rosa con un tiro de lejos que provocó el primer vuelo de Jesús Corona se quedó cerca. El otro intento fue un proyectil que salió del pie derecho de Érick Sánchez.

Por estar en casa los Tuzos atacaron más, el estadio Hidalgo presentó una entrada controvers­ial, las gradas parecieron llenas a pesar de que el aforo permitido es menos. Pachuca está en semáforo rojo epidemioló­gico. Esa energía se agotó pronto. El juego bajó su intensidad y los técnicos tuvieron que echar mano de sus relevos.

Reynoso mandó al campo a Orbelín Pineda y Brayan Angulo, dos cambios ofensivos. Pezzolano le contestó de la misma forma. Francisco Figueroa y Mauro Quiroga fueron los elegidos. Las nuevas piezas presagiaro­n más emoción, sin embargo, no amalgamaro­n pronto.

En pleno reacomodo Rafael Baca y Cabecita Rodríguez tiraron en el área, pero ninguno con suerte. Llegó el momento de pensar en no perder. Si alguno ganaba era sacarse la lotería, sin embargo, lo primordial fue no irse con desventaja.

Cruz Azul pudo irse de Pachuca con un botín que no mereció luego de un rebote entre Óscar Murillo y Érick Sánchez, el esférico iba a su propia portería, pero Ustari reaccionó para desviar el balón al tiro de esquina. El tiempo terminó en el Huracán y todo quedó en el aire.

ENTRADÓN

Una gran entrada es la que se registró en el estadio Hidalgo, pese a los tiempos de contingenc­ia derivado de la pandemia por Covid-19. El inmueble había recibido la autorizaci­ón de abrir sus puertas a un 40% de su capacidad. Sin embargo, las gradas lucían saturadas como si se tratara de un juego normal.

La casa de los Tuzos tiene una capacidad de 25,922 aficionado­s y la Liga MX, junto autoridade­s locales, permitiero­n el ingreso del 40% un aproximado de 10 mil personas. Eso sí, la gran parte de los aficionado­s acudieron bajo todas las medidas sanitarias como en el caso de cubrebocas.

Dicho situación podría sumarse al aviso de veto y multa que el Pachuca recibió luego que aficionado­s ingresaran al terreno de juego en los cuartos de final contra América. La Comisión Disciplina­ria castigó al equipo hidalguens­e.

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Luis Romo y Óscar Murillo disputaron con todo por la vía aérea.
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La asistencia en el estadio Huracán dejó atrás los protocolos sanitarios, al rebasar los límites permitidos.
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La hinchada de los Tuzos armó la fiesta camino al estadio Hidalgo, lo que anticipaba un entradón.

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