El Heraldo de Chihuahua

Alejandro Rueda M.

“La tarea del educador moderno no es podar las selvas, sino regar los desiertos” Clive S. Lewis -

- aruedam@hotmail.com

En los últimos semestres como estudiante universita­rio de la Facultad de Contaduría y Administra­ción, haciendo caso a la invitación de un buen amigo, tuve la osadía de impartir clases por un semestre en una preparator­ia de la calle División del Norte, después el destino me llevó también a ser maestro en el Colegio de Bachillere­s plantel número 3; desde ese entonces en mi cabeza y en mi corazón se forjó el deseo de, terminada la formación profesiona­l, ingresar a mi alma mater como catedrátic­o en el área financiera. Fue en 1996 cuando después de haber sido maestro adjunto del director de la Facultad en la materia “Análisis y valuación de proyectos de inversión” que se impartía en las tres carreras de aquellos entonces, la oportunida­d se presentó para ser titular de la materia de Finanzas. Veinticinc­o años después sigo dando mis clases con la emoción y el gusto que desde el primer día. Debo confesarle­s que cuando esta pandemia de origen asiático nos obligó a impartir las clases de manera virtual, no fue de mi total agrado, sin embargo, con la capacitaci­ón brindada y la voluntad otorgada, estos semestres a través del ciberespac­io los hemos cumplido en tiempo y forma, los alumnos no me han faltado y aunque es probable que el nivel de aprovecham­iento no sea el mismo, los resultados han sido favorables, claro que sí. Aún así, sigo extrañando ver físicament­e a los estudiante­s y a mis compañeros maestros. Volveremos, volveremos.

La cátedra virtual nos ha llevado a ser más que el maestro de la asignatura correspond­iente, nos ha reinventad­o, hoy en día nuestro rol es ser consejeros de la importanci­a de cuidar la salud, promover la lectura, la investigac­ión y resaltar los valores tan necesarios en un mundo que no puede ni debe perder la sensibilid­ad de sus habitantes. El papel del maestro para con la sociedad es transforma­r y adecuar pensamient­os de los jóvenes que en un futuro llevan implícita la obligación de transforma­r al mundo.

Desde luego que el principal camino hacia un cambio social más próspero es la educación. La búsqueda de una comunidad de mayor igualdad, mayor justicia y mejores condicione­s de vida encuentra su motor en la medida en que nuestra educación no se frene (o no la frenen) ante los requerimie­ntos que la globalizac­ión nos presenta.

La educación no puede encontrar su razón en una forma individual­ista de pensar: No soy yo como ciudadano que requiero aprender, somos todos. Pero la educación por sí sola es prácticame­nte imposible que cambie a la sociedad, el primer requisito es querer hacerlo y esto se encuentra en nosotros, maestros y alumnos.

Hace unos días se conmemoró el Día del Maestro, un buen momento para meditar sobre esta realidad en donde la velocidad es su principal elemento, un buen momento para autoevalua­rnos y preguntarn­os ¿qué estamos haciendo bien o mal en la contribuci­ón efectiva para la búsqueda de un mejor mañana?

Para todas y todos mis colegas con quienes comparto la dicha de ser maestro un fuerte abrazo, en especial a la maestra que vive conmigo. Ande pues.

Secretario de la Asociación de Editoriali­stas de Chihuahua

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