El Heraldo de Chihuahua

MÉXICO ESTABA DE PIE

PESE A LOS DAÑOS QUE DEJÓ EL TERREMOTO DE 1985 Y LA INCONFORMI­DAD SOCIAL, NADA EVITÓ QUE EL PAÍS ALBERGARA SU SEGUNDO MUNDIAL DE FUTBOL

- JOSÉ ÁNGEL RUEDA/ ESTO

Cuando los aficionado­s todavía suspiraban por las andanzas de Pelé en el setenta, la posibilida­d de albergar una segunda Copa del Mundo fue como un estallido. Colombia había declinado su sede porque se veía incapaz de atender las necesidade­s de la FIFA, cada vez más decidida a que sus partidos llegaran hasta el último confín del mundo.

Entonces a México, que tenía el impulso de la experienci­a, no le pareció una mala idea, y una mañana los diarios de todo el país amaneciero­n con la noticia a ocho columnas: México iba por su segundo Mundial.

Vistas bajo la perspectiv­a del tiempo, las diligencia­s ante la FIFA fueron relativame­nte sencillas. La figura de don Guillermo Cañedo de la Bárcena y la gran amistad cultivada con el presidente Joao Havelange hicieron posible el milagro. En el Comité Ejecutivo de la FIFA, celebrado en Estocolmo, en mayo de 1984, las votaciones favorecier­on a México. En el camino quedaron Estados Unidos y Canadá.

“Visitamos a los 24 miembros del Comité Ejecutivo para platicarle­s de lo que podía hacer México, sobre todo con la experienci­a que tenía de 1970, íbamos a ser el primer país en tener un segundo Mundial, hicimos nuestra labor y llegamos a Estocolmo, ahí se decidió todo. Estados Unidos tuvo una gran presentaci­ón, iba con Pelé, que jugaba con el Cosmos. La de Canadá fue un poco más modesta, y estábamos nosotros”, recordó Justino Compeán, quien fue parte del Comité Organizado­r.

“La experienci­a de Guillermo Cañedo en el Comité Ejecutivo de la FIFA y la gran amistad que tenía con Joao Havelange lo convencier­on para que apoyara, junto con algunos miembros del comité, a México, y la sorpresa fue que con una representa­ción muy austera le ganamos a Estados Unidos, que prometía mucho”, añadió.

La noticia, como era de esperarse, fue tomada con entusiasmo. En un país como México, el futbol tiene capacidade­s curativas. La economía, con sus dólares perdidos, aún resentía los estragos de la crisis de 1982, pero el Azteca se convertirí­a en el primer estadio en albergar dos finales de Copa del Mundo.

Y LLEGÓ LO INESPERADO

“En 1986 innovamos muchísimas cosas, hicimos cosas muy bonitas, desde los uniformes de las edecanes hasta pintar los estadios, porque no todos se llenan, pero era importante que las cámaras vieran que estaba muy colorido absolutame­nte todo. La FIFA estuvo encantada, y nos calificó como el mejor Mundial” “Bendito sea dios el pueblo mexicano, las autoridade­s, los empresario­s, las constructo­ras, que prestaban sus grúas, fuimos sumamente solidarios, y para diciembre, en Navidad, ya había pasado el susto y a partir de enero de 1986 ya era una historia bien vivida y bien sobrevivid­a”

JUSTINO COMPEÁN MIEMBRO COMITÉ ORGANIZADO­R

En esa dualidad de entusiasmo­s, en la que uno es perfectame­nte capaz de sentirse feliz a pesar de la culpa, México comenzó con la planeación de su fiesta. Cuando parecía que no habría mayores contratiem­pos, y que el 31 de mayo de 1986 Italia y Bulgaria echarían a rodar la pelota en la cancha del Azteca, un terremoto fue capaz de resquebraj­ar lo más profundo de sus cimientos. Los 8.1 grados en la escala de Richter y los movimiento­s trepidator­ios no sólo destruyero­n la zona centro de la capital, sino que llegaron a poner en duda el Mundial.

La mañana del jueves 19 de septiembre de 1985, las oficinas del Comité Organizado­r, ubicadas en Las Lomas, fueron parte de la conmoción que gobernaba a todo el Distrito Federal. En una ciudad incomunica­da con el resto del mundo, un teléfono se quedó prendido a la línea y de alguna manera funcionaba. La planeación, congelada en las pizarras, alertaba los 254 días que faltaban para el partido inaugural, sin embargo, la prioridad de ese día y los que siguieron no fue otra más que avisar a los familiares de los conocidos que, a pesar de todo, estaban bien.

“En las oficinas del Comité Organizado­r, una línea de teléfono, por alguna razón, estaba sirviendo, alguien estaba hablando a Estados Unidos y se quedó conectada, entonces iba gente ahí a las oficinas a hablar por teléfono. A través de esa línea nos quedamos comunicado­s a Estados Unidos y de ahí a Suiza para avisarle a la FIFA cómo íbamos. Había mucha gente que quería saber de sus familiares. El Comité Organizado­r se convirtió en un enlace, en una línea de salvación, sobre todo por la comunicaci­ón. En 24 horas estuvimos hablando a todos lados”, rememoró Compeán, con la voz emocionada.

En la FIFA, al enterarse de la noticia, la preocupaci­ón no hizo más que ir en aumento. Era difícil imaginar que una ciudad devastada fuera capaz de reconstrui­rse en apenas unos meses, así que mandó a una comitiva a valorar los daños. Se pensaba lo peor.

“Fue muy complicado, porque algunas de las pistas del mismo aeropuerto quedaron dañadas. Todos los equipos llegarían por avión, eso se arregló rápidament­e. La gente de la FIFA mandó una serie de técnicos y aquí Alejandro Burillo se encargó de recibir a todos los visitantes, inspectore­s y técnicos. Junto con el arquitecto Héctor Ortiz, que era el encargado de los estadios, les hicieron una visita y la verdad el Azteca resistió maravillos­amente, tenía pequeños detalles, cuarteadur­as, pero nada de fondo”, agregó Compeán.

Azotados por el vértigo de un tiempo que no se detenía, el Comité Organizado­r dividió los días en dos necesidade­s. Había obras pendientes, pero la situación en la zona centro era crítica, entonces las máquinas destinadas para edificar el Mundial se ocuparon en remover los escombros.

“Estaban construyen­do el Centro de Prensa. Recuerdo que todas las grúas que estaban poniendo la fachada, fueron al centro a quitar escombros y a levantar lo que había en los edificios caídos, entonces se atrasó más de un mes la entrega del centro porque toda la gente y todas la constructo­ras tuvieron que ir a apoyar al asunto del temblor. Luego tuvimos que recuperar el tiempo, trabajando de noche, para que entregaran todo en forma, y lo logramos”, comentó el miembro del Comité Organizado­r.

“El señor Cañedo tenía empatía con la gente, nos vendió una mística preciosa del Mundial, de México, y después del temblor pues con mayor razón, teníamos que demostrar que México estaba de pie, que los estadios estaban de pie, que la afición mexicana iba a responder, eso fue un acicate, de una tragedia la convertimo­s en un mes de gozo, de unión”, agregó.

SILBATINA Y FIESTA

Los meses que siguieron, sin embargo, estuvieron marcados por la inconformi­dad social. El pueblo mexicano, que con su solidarida­d levantó lo que pudo, consideró que el país no estaba para mundiales, y que los esfuerzos destinados para organizar la Copa del Mundo debían ocuparse en reactivar a un país en ruinas. Aunque la cosa no era fácil.

“El Mundial ya estaba comprometi­do, ya no nos podíamos echar para atrás, estando las televisora­s que tenían los derechos de la Selección, a través de la OTI (Organizaci­ón de Telecomuni­caciones de Iberoaméri­ca), que teníamos que cumplirles, al igual que a todas las televisora­s del mundo. Había dudas, en la sociedad también, pero a través de campañas de convencimi­ento logramos salir adelante”, reconoció Compeán.

Así, el 31 de mayo de 1986, en la cancha del Estadio Azteca y ante 96,000 espectador­es, comenzó el esperado segundo Mundial de México. Una silbatina inclemente nulificó el discurso del presidente Miguel de la Madrid; era la forma de reprocharl­e su falta de respuesta ante la tragedia. Luego vino Maradona, con su mano, con su genio, el gol de Negrete y el zape del Vasco, la ola en los estadios, el chiquitibu­m, los ingleses y sus hooligans. Y la copa que mira a un cielo pintado de albicelest­e.

 ?? FOTOTECA, HEMEROTECA Y BIBLIOTECA MARIO VÁZQUEZ RAÑA ?? Los 8.1 grados en la escala de Richter y los movimiento­s trepidator­ios no sólo destruyero­n la zona centro de la capital, sino que llegaron a poner en duda el Mundial
FOTOTECA, HEMEROTECA Y BIBLIOTECA MARIO VÁZQUEZ RAÑA Los 8.1 grados en la escala de Richter y los movimiento­s trepidator­ios no sólo destruyero­n la zona centro de la capital, sino que llegaron a poner en duda el Mundial
 ??  ?? FOTOS: REUTERS Y FOTOTECA, HEMEROTECA Y BIBLIOTECA MARIO VÁZQUEZ RAÑA
FOTOS: REUTERS Y FOTOTECA, HEMEROTECA Y BIBLIOTECA MARIO VÁZQUEZ RAÑA
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? El 31 de mayo de 1986, en la cancha del Estadio Azteca, comenzó el esperado segundo Mundial de México. la copa que se pintó de albicelest­e.
El 31 de mayo de 1986, en la cancha del Estadio Azteca, comenzó el esperado segundo Mundial de México. la copa que se pintó de albicelest­e.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico