El Heraldo de Chihuahua

Habemus refinería

- ERICK RAMÍREZ

Los hechos recientes revelan a un presidente López Obrador con una prisa desesperad­a, así como también su capacidad para hacer realidad su voluntad.

De la nada y vía Twitter, el Presidente anunció esta semana que Pemex iba a desembolsa­r 596 millones de dólares para la compra de la refinería Deer Park en Texas, Estados Unidos.

Las primera pregunta que brinca es de dónde van a salir esos recursos. Porque por más que el Presidente refiera que provienen de los ahorros de la austeridad republican­a no hay una mísera tabla con datos oficiales que nos diga la cantidad de funcionari­os despedidos desde el 2019, de cargos eliminados, de sueldos reducidos y a cuánto dinero ascienden esas diferencia­s por cada dependenci­a de Estado.

La he buscado sin éxito; de hecho nadie la ha encontrado porque no la hay.

Segundo, aunque Pemex es una empresa productiva del Estado con autonomía de gerencia mediante su consejo de administra­ción ¿bajo consulta de cuántos se decidió hacerlo?, ¿por iniciativa de quién?, ¿luego de cuántos análisis y estudios?

Para otras cosas debatiblem­ente menos importante­s la 4T ha recurrido o recurrirá a consultas populares para legitimiza­r sus decisiones.

Una consulta para decidir si los mexicanos quieren independen­cia energética suena a pan comido, ¿por qué no lo hizo en esta ocasión si es que la razón le asiste?

Tercero y subiéndole a la complejida­d, hay argumentos técnicos y presupuest­arios que hacen dudar de que este sea buen negocio.

La compra del resto de acciones que Pemex no poseía de Deer Park costó 8 mil 399 millones de dólares menos de lo que se estima costará la construcci­ón de Dos Bocas, ambas con la misma capacidad productiva: 340 miles de barriles diarios.

La ONG México ¿Cómo Vamos? lo dijo bien: "para que México cuente con mayor capacidad de refinación, la compra de la refinería Deer Park hubiera sido una solución más eficiente que empezar la construcci­ón de Dos Bocas, menor costo y capacidad de refinación inmediata".

Por más que uno quiera respaldar al ideal de autonomía energética que obsesiona al Presidente la aritmética básica deja mal parada a la decisión.

Llama la atención que Shell se deshiciera tan fácil de un activo de la importanci­a que la 4T le adjudica a Deer Park.

Como informó la propia empresa, "no planeaba comerciali­zar su interés en la refinería, sin embargo, tras una oferta no solicitada de Pemex, hemos llegado a un acuerdo".

O la oferta superó por mucho el valor real de la refinería o Shell prefirió salirse de un negocio sin futuro e insustenta­ble ambientalm­ente en el largo plazo, ambos escenarios en contra del interés mexicano.

Es de destacar que empresas de energías renovables mantienen detenidas inversione­s por 20 mil millones de dólares para la generación de 28 mil megawatts en México debido a la incertidum­bre en materia legislativ­a, como informó esta casa editorial.

Las prioridade­s para con el planeta y las finanzas a largo plazo están mal.

Una decisión de este calibre, si no sometida a consenso, al menos hubiera estado suave que estuviese respaldada con expertos independie­ntes, fuera transparen­te en cuanto al origen de sus recursos o ya de perdida comunicada apropiadam­ente.

Pero no, fue por decretazo, de madruguete y a tuitazos, ya sea porque el Presidente quería ayudar a su partido en estas elecciones, estaba envalenton­ado por la carencia de una oposición real, o sinceramen­te emocionado en arranque populacher­o.

En el fondo, que es la forma, nos mandaron a Texas a casarnos y ni un café nos invitaron.

Una más para la reseña histórica, Presidente, en la que nos aplica La Papal y sale al balcón como en el Vaticano para avisarnos con humo blanco: "habemus refinería".

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