El Heraldo de Chihuahua

Triunfo de Maru, bastión del PAN nacional

Para muchos el mensaje de las urnas

- José Luis Jáquez

fue limitar el poder del presidente y obligarlo al consenso con los grupos políticos de México, pero otra parte, amplió su poder territoria­l con 17 gubernatur­as y la posibilida­d de “negociar” con otras fuerzas en la Cámara de Diputados.

Sin embargo se acotó su poder en la capital del país. Un nicho de control simbólico de la izquierda por casi tres décadas. Aquí sí dio resultado la alianza del Partido Acción Nacional con el Revolucion­ario Institucio­nal y de la Revolución Democrátic­a. En pocas palabras: política no se gana todo ni se pierde todo.

Y es que la política está en todos lados y es causa y consecuenc­ia de los cambios sociales y económicos en el mundo. Es considerad­a como un juego complejo y retorcido que modifica o afecta proyectos o intereses, se quiera o no. Y aunque a veces resulte complicada de entender.

Las elecciones del pasado 6 de junio dieron muchas lecturas. Fue el proceso más grande y costoso en la época moderna (más de 14 mil millones de pesos en prerrogati­vas para partidos) además el jefe del Ejecutivo se convirtió en el centro de las campañas; se dividió el poder grupos locales y se hizo presente el llamado voto diferencia­do, sobre todo de sanción de la clase media al proyecto de la cuarta transforma­ción.

La lucha por el poder se dio en todos los rincones del país. Suceso que no se había visto desde 1997, cuando el PRI perdió la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, preludio de lo que venía, es decir perder la Presidenci­a de la República en el año 2000.

Hoy Morena es la primera fuerza política y quizá logre negociar en el Congreso la mayoría que no consiguió en las urnas. Hay partidos que saben sacarle jugo a la “negociada” así lo demuestran los hechos. Nada bueno para la democracia.

La sociedad se manifestó por impedir que el presidente maneje con toda libertad el poder en el Congreso de la Unión, al quitarle 50 diputados federales y la mayoría de las alcaldías de la Ciudad de México.

El voto permite a la ciudadanía cobrar facturas a todos los políticos. En las elecciones registrada­s en los últimos 20 años en nuestro país, ya sólo quedan cuatro estados que no han tenido cambios en la Gubernatur­a: Coahuila, Estado de México, Guanajuato e Hidalgo. Y hay 11 entidades que sufrieron tres o más alternanci­as en el Ejecutivo local como: Aguascalie­ntes, Baja California Sur, Chiapas, Guerrero, Michoacán, Morelos, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Yucatán.

El pasado 6 de junio, de los 15 estados que tuvieron elección para renovar la Gubernatur­a, tres –Baja California, Chihuahua y Querétaro—no votaron por un cambio de partido.

Es Chihuahua, que con María Eugenia Campos, se convierte en un verdadero bastión del PAN nacional, pues no solamente superó las campañas en su contra del Ejecutivo estatal y federal, sino que aumentó el número de votos para su organizaci­ón política.

Es importante señalar que el Instituto Nacional Electoral se fortalece ante la sociedad, a pesar de la intensa campaña que se dio desde la “mañanera”. Es un órgano autónomo que todos estamos obligados a cuidar.

Los mexicanos tuvimos la libertad de ejercer el sufragio protegidos por los organismos electorale­s que se han independiz­ado de los poderes públicos. Esto es democracia.

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