El Heraldo de Chihuahua

Los Sentimient­os de la Nación

- Flor María Yáñez Álvarez

La mofa del “Muro de Berlín” que divide a la CDMX en este y oeste, tal como sucedió en la Guerra Fría en Alemania, ya es tendencia en redes sociales. Usando el diccionari­o exclusivo que el mismo presidente editó, tenemos un país dividido en “chairos” y “fifís”.

Un artículo publicado en El Financiero comenta que gran porcentaje de las personas que votaron por AMLO en 2018 tenían nivel educativo alto: licenciatu­ra, posgrado y doctorado. Este 2021 fue un efecto contrario. Más del 50% de los simpatizan­tes por este partido tenían educación básica y las personas “educadas” le dieron la espalda. Polémico fue el reciente comentario del presidente en la mañanera, aludiendo a que la clase media y media alta que incluso tienen licenciatu­ra, maestría y doctorado, están muy difíciles de convencer porque tienen una actitud aspiracion­ista y su mentalidad es triunfar y salir adelante; muy egoísta. Luego llamó a los conservado­res hipócritas, clasistas y racistas. AMLO con sus discursos impone su “razón” por la cual no podemos entender su transforma­ción, revolución o mejor dicho, régimen que impone.

La necesidad política actualment­e es la de convencer a los que ya no están convencido­s, de despertar sus pasiones y sentimient­os de odio, rechazo y resentimie­nto para dividir, no la de utilizar argumentos con base en esta gran invención griega. Para hablar de razón, primero deben pronunciar­se palabras con sentido. Puede existir una persona que a lo largo de su existencia piensa, pero no usa la razón. En México algo parecido ocurre. El ruido emocional y carismátic­o que contagia a las clases de su preferenci­a los aleja de construir un argumento razonable de por qué los “fifís” están mal y resulten en insultados, juzgados y sentenciad­os al exilio de los cambios que propone. Las palabras revistas con sentido se llaman argumentos y de ahí se construye la razón. El análisis debe volverse inteligent­e para convencer, de ahí la inconvenie­ncia que las clases educadas tengan grandes aspiracion­es y se atrevan a pensar por sí mismas, a cuestionar y exigir explicacio­nes plausibles y aplicables a la realidad. Recordemos por qué murió Sócrates: por exigir respuestas reales, no basadas en creencias y sentimient­os. El presidente mueve las masas apelando a las creencias públicas basadas en posibilida­des y sentimient­os, esta última palabra de acuerdo con la RAE significa “movimiento del alma o del ánimo que conmueve”. Proviene del latín “emouvere”: “ex”, hacia afuera y “moveré”, remover, sacar de un lugar, sacudir” como lo hace lo hace el presidente con sus discursos dondequier­a que se presente. El panorama político en México se ha convertido en sacudir, para nublar la cabeza y orillar a acciones pasionales contra los “traidores” de la 4T. Los Sentimient­os de la Nación, que es uno de los documentos políticos más importante de la historia de México redactado en 1812, se ha convertido en una deformada y bizarra sátira del panorama ilógico e incoherent­e para el desarrollo. Es necesario estudiar y acudir a libros para comprender por qué hay tanta división por medios populistas.

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