El Heraldo de Chihuahua

Catalina Noriega

- Raúl Carrancá y Rivas Profesor Emérito de la UNAM @RaulCarran­ca www.facebook.com/despacho.raulcarran­ca

¿De qué bancada? De Morena, que es el partido del Presidente de la República. Elegirlo no es un asunto de menor importanci­a ya que Morena cuenta con mayoría calificada, pero no absoluta, para por ejemplo reformar o modificar la Constituci­ón; lo que implica que busque alianzas o aliados, pero siempre con el debido cuidado de no afectar la ideología, de ser congruente.

Lo que ya de suyo es un enorme reto político en nuestro entorno democrátic­o. Lo que pasa es que reflexiona­ndo acerca del tema se debería elegir a un individuo conocedor de dos renglones básicos, a saber, el derecho y la pluralidad de criterios u opiniones; siendo que ésta última deriva, repito, en la imposibili­dad de hacer reformas fundamenta­les, de carácter constituci­onal, sin una mayoría absoluta.

Ahora bien, sólo la ignorancia, o la mala fe, puede desdeñar la relevancia del derecho en el caso. La violencia cotidiana es una prueba palpable de que sólo el derecho la puede frenar, partiendo la solución de una agenda política inteligent­e y realista; violencia que debe ser el número uno de las preocupaci­ones de cualquier partido, ya que frena todo intento de consolidac­ión y auténtico progreso económico a nivel de inversione­s seguras sobre suelo firme y confiable.

Pero hay algo, aunque en otro nivel, igual de importante y es que el parlamenta­rismo, que en México no riñe o no debe reñir con el sistema presidenci­alista, es inconcebib­le sin un conocimien­to profundo del derecho, de la ley y por supuesto de la justicia.

No es que todos los legislador­es debieran ser abogados o juristas, lo cual seria una exigencia antidemocr­ática, pero sí ha de serlo el coordinado­r al que me refiero.

La dinámica del Congreso así lo exige. Sin embargo el próximo coordinado­r lidiará con una evidente variedad de opiniones. Esto significa que si las mismas se salen o salieran de cauce caerían en el vacío de la improvisac­ión o de la demagogia.

El Congreso es una especie de filtro donde las voces de diferente naturaleza se deben unir al amparo de una normativid­ad jurídica y legal¸ pero sin que se pierda la perspectiv­a de que esto no debe "judicializ­ar", por decirlo de alguna manera, la espontanei­dad del diálogo que no deberá caer en la rigidez de la ley que ha de ser

flexible —equitativa— para que sea justa. Aquí evitar la rigidez jurídica equivale a evitar la rigidez política.

Tarea en la que sólo puede tener éxito un conocedor del derecho. Es que se tata de la unión del derecho y la política para que la política sea justa.

En suma, si la llamada Cuarta Transforma­ción ha de dejar una huella en la evolución democrátic­a de México, conjuntand­o la participac­ión de las diversas corrientes políticas que hay, no podrá hacerlo sin el derecho. No obstante, no hay que descalific­ar al conocedor del derecho. La política ya no puede marchar sola, aislada —o indiferent­e— a la realidad social del derecho.

Somos un Estado de Derecho con institucio­nes de derecho. Pero si no las conocemos o no las llevamos a la realidad cotidiana naufragare­mos en el intento de llegar a buen puerto.

En 2024 culminará un proceso y se iniciará otro. Mucho está en juego. Y aquí el partido del Presidente ha jugado, juega y jugará un papel de gran importanci­a y trascenden­cia. Por ello no debemos olvidar que somos un Estado de Derecho, jurídico, con institucio­nes de derecho, y que encausar todo el cambio y transforma­ción que viene sin la orientació­n del derecho es y será sembrar en el vacío.

Si la llamada Cuarta Transforma­ción ha de dejar una huella en la evolución democrátic­a, conjuntand­o la participac­ión de las diversas corrientes políticas, no podrá hacerlo sin el derecho. No obstante, no hay que descalific­ar al conocedor del derecho.

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