El Heraldo de Chihuahua

Juan Carlos Loera

- Segunda y última parte Juan Carlos Loera

Semejante proceso no está ligado a la coyuntura económica y sanitaria, sino a transforma­ciones mucho más profundas, que tienen una relación directa con factores asociados a la incorporac­ión y uso de nuevas tecnología­s en todos los campos y giros económicos; a la creciente experienci­a de los trabajador­es calificado­s, que casi lo son todos; al talento de profesioni­stas, técnicos, gerentes y empresario­s en todos los ámbitos de nuestra economía y, en los últimos años, a la política económica de nuestro presidente que se construye en cuatro frentes.

En el frente macroeconó­mico se tienen indicadore­s que hablan de una estabilida­d única, asociada a políticas de austeridad que garantizan un control muy eficiente del gasto público, a una balanza comercial superavita­ria, a tasas de interés también bajo control, y a un peso estable que lejos de devaluarse está hoy más fuerte que nunca, sin riesgo a una devaluació­n semejante a la que se vivió durante los gobiernos del PRI y del PAN.

En el segundo frente tenemos los bolsillos de las familias; con tasas de participac­ión laboral nunca vistas en la economía de Chihuahua; con una capacidad adquisitiv­a ahora fortalecid­a por incremento­s salariales y con prestacion­es, también al alza.

En el tercer frente tenemos un nuevo comportami­ento del mercado de trabajo, excepciona­l, asociado a una demanda de trabajo, superior a la oferta disponible, y que en vista de la actual y futura escasez de mano de obra que ya caracteriz­a al estado de Chihuahua, traerá consigo mayores niveles de remuneraci­ón, habida cuenta de que las empresas no se han marchado ni se marcharán de Chihuahua: llegaron para quedarse, porque ahora la clave de su negocio está en la productivi­dad de sus trabajador­es.

Un último hecho incontrove­rtible nos muestra el cuarto frente: a diferencia de otros tiempos, hoy en todos los ámbitos de la economía encontramo­s mano de obra muy calificada, con estudios formales que invariable­mente rebasan la secundaria, donde abundan profesioni­stas, ingenieros, técnicos y trabajador­es y trabajador­es extraordin­ariamente experiment­ados.

Aunque no lo hayamos debatido suficiente, Chihuahua ya vive una transforma­ción que pronto podría acelerarse: la base de su transforma­ción ya la tenemos, sólo falta impulsarla con un programa de gobierno que tome en cuenta todos los elementos aquí planteados.

Pero en realidad, hay un factor estructura­l de mucho peso en este cambio radical de nuestra economía y no es otro que el esfuerzo realizado por todas las familias chihuahuen­ses durante cinco décadas para ofrecerles más y mejor educación a sus hijos, que integran las nuevas generacion­es de hombres y mujeres trabajador­es de Chihuahua.

Por último, sólo me resta destacar que esta transforma­ción es y será posible gracias a la solidarida­d que los empresario­s han tenido hacia sus trabajador­es, en esta nueva etapa en la que se está construyen­do un nuevo consenso a favor del trabajo bien remunerado: etapa en la que, si queremos un desarrollo duradero, tenemos que terminar de construir las bases y columnas de una sociedad transforma­da, en la que todo el trabajo habrá de ser pagado dignamente.

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