Fco. Javier Pizarro
Por lo que he escuchado y leído en diversos medios de comunicación, partidos políticos, profesionistas, empresarios, funcionarios y ciudadanos, me queda en claro que hay una inmensa confusión social de dos conceptos político-electorales, (gobernabilidad y
Desglosemos la esencia y alcance de ambos rubros. El primer rubro –gobernabilidadtiene que ver con la acción del gobierno y/o el ejercicio del poder. El segundo—democraciacon la elección de los gobernantes y la forma en que se ejerce el poder. La gobernabilidad está estrechamente relacionada con el principio de eficiencia y eficacia. La democracia, con los de legitimidad y libertad.
La primera evalúa la capacidad de un gobierno en dar respuesta a los requerimientos, necesidades y exigencias de los gobernados y, la segunda, a la capacidad soberana de éstos para elegir a sus gobernantes.
La gobernabilidad tiene sustento en el principio de autoridad heredado del Medioevo y la tradicional razón de Estado. La democracia en las elecciones libres y el sistema de representación plural, el interés de la mayoría y respeto a la minoría; la libertad y participación de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas; la tolerancia, la construcción de consensos y la administración civilizada del disenso y desde luego, el respeto irrestricto a los derechos humanos.
En síntesis. La gobernabilidad sin democracia deviene en autoritarismo, ineficiente o eficiente, pero sin legitimidad ciudadana. La democracia sin gobernabilidad es pura demagogia. En ese contexto, la relación entre gobernantes y gobernados es deficitaria, conflictiva y en consecuencia inestable. Y eso es justamente lo que infortunadamente está ocurriendo no sólo en Chihuahua, sino en toda la República.
En síntesis. La gobernabilidad sin democracia deviene en autoritarismo, ineficiente o eficiente, pero sin legitimidad ciudadana
Teóricamente los niveles de gobernabilidad tienen que ver fundamentalmente con los grados de satisfacción de las necesidades sociales de los ciudadanos, no con los privilegios y beneficios de los poderosos, como históricamente se acostumbraba.
Los de la democracia dependen de los grados de participación de los ciudadanos en los asuntos públicos para influir en la toma de decisiones del gobierno, con apego al Estado de Derecho y respeto a las libertades y derechos de los ciudadanos.
Lo ideal es que entre gobernantes y gobernados se establezca una relación de equilibrio social en términos de eficiencia y legitimidad, para que haya estabilidad, lo que en teoría política se conoce como gobernabilidad democrática. Espero que la gobernadora electa asuma no sólo sus responsabilidades gubernamentales, sino también la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos.
Maru Campos dijo que “la responsabilidad de un buen gobierno es sumar voluntades y multiplicar resultados”. El presidente Andrés Manuel López Obrador fue más preciso: “Las autoridades tenemos la obligación de atender a todo el pueblo sin distinción de clases, creencias, ideas o partidos”.
Veremos y diremos.