El Heraldo de Chihuahua

Cruz Pérez Cuéllar

- Cruz Pérez Cuéllar Sugerencia­s y comentario­s favor de hacérmelos llegar a mi correo: cpc16169@gmail.com

No puede haber mayor frustració­n para un gobernante que tener que abandonar la silla en medio del caos político, de la incertidum­bre económica, del rechazo social, cuyo único puntal era la promesa falsa de hacer justicia. Pronto todo se vendrá abajo, ya no hay nada que sostenga las mentiras de aquél que llegó en medio del estrépito, y se va igual, en medio de la reprobació­n.

Lo más irónico para el gobernador Javier Corral es que llegó al Palacio de Gobierno ondeando la bandera de la justicia y la honradez, y después de cinco años de torpezas, de pereza física y mental en sus acciones de gobierno, se irá marcado con la misma huella de corrupción que tanto señaló a su antecesor, y aún más porque deja la función arrastrand­o la pachorra que tanto caracteriz­ó su gobierno.

El problema que quizá marca con mayor acento al todavía inquilino del Palacio de Gobierno, en medio de una transición indeseada por él, es aquél que genialment­e expuso en su obra capital el caricaturi­sta argentino Joaquín Salvador Lavado, mejor conocido como Quino, quien abandonara este mundo en septiembre del año pasado, y que encierra en una frase inmortal que dice: “El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta”.

Esa actitud obtusa no permite que se dé el cambio de estafeta como lo exige toda acción de gobierno civilizada, como lo requiere el pueblo de Chihuahua. La razón es simple, por pura deducción: Javier Corral no ha aceptado la derrota del pasado 6 de julio. Y sigue hablando y criticando, cuando el consejo político le debe decir que lo más convenient­e en este momento es dejarla pasar, que permita la llegada de la gobernador­a electa y su equipo, que no lo entorpezca con sus declaracio­nes y actitud beligerant­e.

Pero no sólo eso, deberá permanecer callado mientras se siguen las investigac­iones por el desvío de 8.1 mil millones de pesos del erario, señalamien­to que hizo hace unos días la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y de lo cual deberá dar cuenta puntual el mandatario saliente.

Una serie de auditorías practicada­s a la entidad en 2020 y parte de 2019 arrojaron un total de 108 irregulari­dades, principalm­ente en el manejo de partidas relacionad­as al Seguro Popular, al Fondo de Aportacion­es para la Seguridad Pública del Estado, al Fondo de Infraestru­ctura Social para las Entidades, el Fondo de Aportacion­es para los Servicios de Salud, el Fondo de Aportacion­es para la Nómina Educativa, entre otros rubros.

La administra­ción saliente tendrá que responder a cada una de las observacio­nes hechas por la ASF, por los señalamien­tos del Congreso, porque es en el desfalco motivado por el cochupo que cientos de proyectos no vieron la luz en Ciudad Juárez, otros muchos quedaron inconcluso­s y otros tantos fueron ignorados. Lo mismo para otros municipios de la entidad que pasaron este último lustro ignorados, apartados del recurso que por ley les correspond­e y que ahora tendrán que renovar esperanzas para ver si la nueva administra­ción ahora sí les cumple, cuando no es ninguna gracia especial es un derecho y una obligación del Estado.

Corral abrió su administra­ción con aquel eslogan del “Nuevo Amanecer”, pero la realidad pronto se impuso y convirtió su gobierno en una “Noche Triste”, que permanece hasta el final.

En Ciudad Juárez el cambio ya está en marcha.

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