El Heraldo de Chihuahua

¡LLEGO LA HORA!

LA MÁXIMA FIESTA DEL DEPORTE ARRANCA MARCADA POR LA SOMBRA DE LA PANDEMIA DEL COVID 19

- POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA

PESE A MÚLTIPLES COMPLICACI­ONES PROVOCADAS POR LA PANDEMIA , INCLUIDA LA REPROGRAMA­CIÓN DE UN AñO, LOS XXXII JUEGOS OLÍMPICOS ESTÁN EN MARCHA; MÉXICO ASPIRA A GANAR CINCO MEDALLAS

Hace algunos meses, cuando los Juegos Olímpicos parecían una idea imposible, el presidente del Comité Olímpico Internacio­nal se aferró a un clavo ardiendo. “Los Juegos de Tokio serán la luz al final del túnel”, dijo Thomas Bach, consciente de que sus palabras harían eco en la necesidad del mundo por encontrar una salida a todo lo que se vivía. La metáfora, de alguna manera, alimentó la esperanza.

Fueron meses complicado­s para el olimpismo. Cada día, desde que la palabra coronaviru­s irrumpió en el imaginario de la gente, la idea de unos Juegos Olímpicos se convertía en un disparate. Incluso, ni la postergaci­ón de un año entero logró aminorar las dudas, no tanto por las acciones tomadas por el COI y el Comité Organizado­r, que hacían lo que podían para garantizar la seguridad de todos, sino porque el Covid-19 tampoco ofreció la tregua esperada. Luego de más de un año donde la especulaci­ón se convirtió en una prueba olímpica más, los Juegos finalmente están listos para comenzar, con su bella locura, aunque el panorama no es tan luminoso como lo habría imaginado Bach en aquel discurso más emotivo que racional. La pandemia no cede, incluso cada día se complica más, con sus variantes y sus pesadillas y sus récords de contagios, sin embargo, es innegable que la magia de los Juegos es capaz de alumbrar aunque sea un poco las penumbras.

Y es que los Juegos Olímpicos tienen un sabor especial. Los espectador­es suelen observar las pruebas asombrados por cómo los deportista­s son capaces de desafiar los límites del propio cuerpo. Las historias de superación también abundan, donde el reflejo de personas comunes que se volvieron extraordin­arias suele mover fibras sensibles. El mensaje, de alguna forma, viene bien para lo que se vive. Aunque no lo parezca, no hay imposibles.

Los japoneses, por su parte, viven la fiesta olímpica a su manera, con sus reservas; es entendible, la mayoría no quería que se llevaran a cabo los juegos por el temor a los rebrotes, entonces alzaron la voz cuanto pudieron y cada que una encuesta se les cruzaba en el camino la respuesta siempre era no. Pero para esas cosas siempre es

demasiado tarde y había tanto en juego que la cancelació­n tampoco era una opción, porque ya mucho habían perdido los patrocinad­ores, que apenas año y medio antes anticipaba­n unos juegos de récord en las cuestiones publicitar­ias y ahora deben conformars­e con lo mínimo.

Serán unos juegos distintos, entre otras cosas porque no habrá público en las gradas ni turistas en la ciudad. La gran ciudad, con el Monte Fuji de espectador, apenas y vibra con los acontecimi­entos, como si fueran agenos. La paradoja de los japoneses radica en estar apenas a unos metros de donde todo ocurre y aún así tener que verlo por televisión, como el resto del mundo.

El apoyo para los deportista­s quedará en manos de robots encargados de llenar el silencio con canticos de aliento. Los robots, llamados Pepper y Spot, levantarán los brazos de manera incasable para ambientar las pruebas y las premiacion­es, esas donde los deportista­s tomarán su medalla de una bandeja y se la colocaran ellos mismos, para evitar cualquier contacto con otras personas. Son los retos del nuevo mundo que se impone pero los deportista­s con consciente­s y entre sus tareas está el adaptarse a las condicione­s. Ahí también radica su grandeza.

El estadio Olímpico de Tokio, completame­nte terminado desde hace dos años, como para acentuar la espera, aguarda impaciente el encendido del pebetero, donde el fuego, aquel que resistió a un recorrido lleno de obstáculos, finalmente brillará para alumbrar el espíritu olímpico y dar paso a las grandes historias de los deportista­s que han puesto su nombre en la historia mundial de a justa veraniega, como la gimnasta Simone Biles, heredera de las glorias que dejan vacantes Michael Phelps y Usain Bolt. De Armand Duplantis, la sensación del salto con garrocha o de Katie Ledecky, la incasable nadadora norteameri­cana. La fiesta de Tokio 2020, pese a todo y un año después de lo previsto, está por comenzar. Nada es igual que antes, salvo la emoción del deporte.

 ?? FOTO: AFP ??
FOTO: AFP
 ??  ??
 ??  ?? El estadio olímpico de Tokio espera impaciente la ceremonia de inauguraci­ón que estuvo detenida por la pandemia.
El estadio olímpico de Tokio espera impaciente la ceremonia de inauguraci­ón que estuvo detenida por la pandemia.
 ??  ?? Figuras de la talla de Djokovic, son parte del atractivo.
Figuras de la talla de Djokovic, son parte del atractivo.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico