El Heraldo de Chihuahua

Manuel A. Navarro

- Doctor en Gerencia Pública y Política Social manuelnava­rrow@gmail.com https://manuelnava­rrow.com Manuel A. Navarro Weckmann

Como se puede apreciar en los nombres, el tipo, la antigüedad y la consistenc­ia interna de las institucio­nes oficiales de formación docente en nuestro país, cada una de ellas es producto de una etapa del desarrollo histórico en México.

Todas y cada una, en su organizaci­ón, estructura, cultura, rutinas organizaci­onales y hasta en sus tradicione­s, evocan la esencia de una época y con ello, el pensamient­o pedagógico de una razón y de una filosofía educativa que, en su conjunto, nos dan el maravillos­o recorrido de la base de la historia de la educación en nuestro país de los últimos siglos.

Cada una de ellas conserva en su interior los sueños y los deseos no sólo de los grandes pensadores de nuestro país, sino que, por sus aulas, pasillos y organizaci­ón, han pasado las más grandes mentes que han formado a decenas de generacion­es de docentes en nuestro país.

Con el paso del tiempo, cada una de ellas se ha tenido que adaptar a las decisiones de política pública que se han emitido por parte de la autoridad educativa, con ello se ha conformado una compleja y muy heterogéne­a base de la formación docente en México.

Uno de los problemas que se presentan, más allá de la desastrosa política implementa­da en el ramo en el sexenio pasado, ha sido tanto la inconsiste­ncia en las políticas educativas en el largo plazo, pasando por una débil articulaci­ón, el resto de institucio­nes de educación superior, como con las de educación básica, y por supuesto en la débil propuesta de financiami­ento, en donde incluso este gobierno no ha atinado a una gestión que realmente brinde la importanci­a debida a estas institucio­nes, a pesar del discurso que dice lo contrario.

En este sentido, si hay algo que se necesita para estas institucio­nes, es el hacer realidad el Sistema de Formación Docente establecid­o en la normativid­ad federal y estatales, su articulaci­ón para la estructura­ción de una oferta en el servicio, cuyo centro deben de ser los docentes de educación básica, la consolidac­ión de un urgente financiami­ento, el apoyo decidido para la investigac­ión en sus cuerpos académicos, permitir el propio seguimient­o, evaluación y decisiones de fortalecim­iento académico, así como apoyar y estimular el cumplimien­to de sus propios planes de desarrollo institucio­nal para el largo plazo.

Si algo queda claro en los diferentes estudios internacio­nales que se han hecho en el mundo sobre aquellos sistemas educativos que han tenido resultados destacable­s, es que han retirado a los políticos del sector educativo y han dejado que los expertos en el tema tomen las decisiones en el corto, mediano y largo plazos, han revaloriza­do la función docente no sólo con reconocimi­entos sino con salarios realmente destacados y han puesto en primerísim­o lugar la formación docente y el sistema educativo que le soporta para selecciona­r, formar y dar seguimient­o a quienes habrán de formar las generacion­es que habrán de engrandece­r a nuestro país.

El autor es miembro de la Asociación de Editoriali­stas de Chihuahua

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