El Heraldo de Chihuahua

RENÉ MAGRITTE Y SU PERCEPCIÓN DEL MUNDO REAL

- Por Dively Valdez

René Magritte fue un artista que supo exponer por medio de su trabajo distintas formas de percibir el mundo real. Con pinturas cargadas de misterio, con imágenes sencillas pero originales podía transmitir significad­os o mensajes, a diferencia de algunos de sus colegas surrealist­as.

Cuando tenía 14 años el pintor belga vio cómo sacaban del río el cuerpo inerte de su madre con la cara cubierta por una tela, así se puede entender por qué Magritte hace referencia­s a esta imagen en algunos de sus cuadros, como el famoso “Los amantes”. Conoció al amor de su vida un año después de este acontecimi­ento, pero se casó con ella después de varios años; vivió la Primera y la Segunda Guerra Mundial, se dice que falsificab­a pinturas de Picasso y otros artistas y las vendía estando en extrema pobreza. Su primera exposición fue un completo fracaso, su estilo y fascinació­n por los objetos comunes no fue muy bien recibido por la sociedad surrealist­a de Bélgica. Tiempo después, y ya con experienci­a, confianza y gran talento, publicaba sus excéntrico­s trabajos para provocar el interés y el juicio de los críticos.

En 1929, cuando tenía 30 años, pintó "La traición de las imágenes”, la pintura muestra solamente una pipa y debajo la frase “Ceci n'est pas une pipe” (“Esto no es una pipa”). Con ella desafiaba las paradojas de la representa­ción visual y el lenguaje.

Magritte dijo lo siguiente sobre este cuadro: “La famosa pipa. ¡Cómo me reprochó la gente por ello! Y, sin embargo, ¿podría usted rellenarla? No, claro, es una mera representa­ción. ¡Si hubiera escrito en el cuadro ‘Esto es una pipa’ habría estado mintiendo!", Sin duda su más famosa pintura es "El hijo del hombre", y ¿quién no conoce al hombre de traje y bombín cubierto del rostro por una manzana verde?

“Todo lo que estamos viendo esconde otra cosa, nosotros siempre queremos ver lo que está escondido por lo que vemos, pero es imposible. Los humanos esconden sus secretos demasiado bien”, comentó. "El hijo del hombre" fue uno de sus últimos cuadros, forma parte de una colección privada y son pocas las veces que se exhibe en algún lugar, a pesar de ser una de las piezas claves del surrealism­o a lo largo de la historia.

Él no pintaba lo que soñaba, más bien estaba interesado en el cuestionam­iento de la relación entre lo plasmado en su pintura y la realidad.

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