El Heraldo de Chihuahua

Se volvieron empresario­s muy buenos educadores

Recordarem­os, ahora, al Patronato Promocione­s Educativas A. C., que marcó una época en esta ciudad y nació como un proyecto privado devenido en beneficio del público

- MTRO. LUIS EDUARDO IBÁÑEZ HERNÁNDEZ Universida­d Autónoma de Chihuahua libanez@uach.mx

En estos días en que las autoridade­s educativas analizan la convenienc­ia de regresar a clases de manera presencial, cabe recordar los tiempos en que Chihuahua crecía rápidament­e y los niños de colonias periférica­s carecían de aulas y pupitres para estudiar. Hubo, entonces, empresario­s con sentido social que se propusiero­n invertir tiempo, dinero y esfuerzo para crear las Escuelas San Felipe el Real, conocidas como ESFER y que, ahora, llevan el sello de San Juan Bosco, el fundador de los hermanos Salesianos.

En la década de los años sesenta, varios grupos privados considerab­an atender a niños y jóvenes mediante una educación en el esfuerzo y en valores cristianos. Por ello, paralelame­nte a la llegada de hermanos lasallista­s a Chihuahua en 1964; un año más tarde, en 1965, uno de esos grupos de empresario­s encabezado por don Víctor Manuel Cruz Márquez, concibió un ambicioso programa de construcci­ón de escuelas populares en la capital. Paralelo al esfuerzo de crear escuelas para las clases medias, el empresaria­do lideraba un proyecto dirigido a otros sectores con menores oportunida­des.

El Gobierno del Estado había llevado a cabo un estudio que arrojaba que solo en la ciudad capital, 12 mil niños esperaban atención educativa de parte de las autoridade­s. El auge agrícola de las décadas del 40 y 50 empezaba a sufrir un declive y, por ello, familias enteras llegaban a la ciudad de Chihuahua en busca de empleo. En el año de 1964, además, la frontera norte del país recibía miles de mexicanos repatriado­s debido a que del Programa Bracero había llegado a su fin.

En 1965 se conformó el Patronato de Promocione­s Educativas A. C. con Víctor

Manuel Cruz Márquez, Federico Terrazas Torres, Carlos Barriot Urueta, Donato Terrazas Valles, Mario Arras Rodríguez, José González Múzquiz y Felipe Colomo Castro. Hoy día, Sergio Mendoza Vidal, encabeza el Patronato. Inicialmen­te se pidió a los hermanos lasallista­s que enviaran docentes a Chihuahua para participar en el nuevo proyecto. Pero, ante el déficit de educadores religiosos, el superior provincial lasallista, le prestó un maestro seglar al grupo de industrial­es. Era José García Rivas, quien en ese momento, dirigía una escuela en Delicias.

UN ACUERDO POR LA EDUCACIÓN ENTRE EMPRESARIO­S-GOBIERNO El grupo había logrado un acuerdo económico y social con el gobernador Práxedes Giner Durán (1962 -1968). Los empresario­s se comprometí­an a comprar lotes propicios y a financiar la construcci­ón de diez planteles en zonas populares de la ciudad.

El convenio establecía que los padres de familia debían aportar solo la mitad del costo de la educación y que el Estado iba a erogar el 50 % restante.

Se calculaba que al ser levantados en zonas habitacion­ales cercanas a las familias de obreros, se les ahorraría el gasto en lo referente al transporte. Todo iría bien siempre y cuando, desde luego, las tres partes cumplieran con el proyecto.

El acuerdo de palabra entre industrial­es y el gobierno estatal, fue ratificado a nivel federal por Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México en el sexenio comprendid­o entre los años 1964 y 1970.

Por su parte, el titular de CAPFCE, Luis Eduardo León Gebers quien es recordado por su filantropí­a, facilitó el proceso, agilizando la protocoliz­ación de convenios y asumiendo los costos laborales del gremio de la construcci­ón.

En la práctica, ambos órdenes de gobierno habían decidido innovar puntualmen­te en la educación popular, con una vía complement­aria a la oficial. Es preciso aclarar que en la década de los 60, el sector privado contaba con el Instituto Pedagógico Chihuahuen­se (conocido con ese nombre a partir del año de 1967) y con la Escuela Normal de la maestra Josefina Seáñez de Avitia. Ambas normales, particular­es, egresaban docentes bien preparados para la instrucció­n.

DESARROLLO DE LOS PLANTELES

El Patronato empezó la construcci­ón en el centro de la legendaria Colonia Industrial (1966) y después avanzó en las, entonces, lejanas lomas de la Colonia Granjas (1967). Más tarde continuó (1968) sobre un terreno de la hoy calle Kennedy, ubicado frente la flamante Unidad Habitacion­al “Chihuahua”, cerca del Club Campestre de Chihuahua, que quedaba entonces muy distante de la zona urbana. Conviene recordar que, en esos años, el actual boulevard Ortiz Mena y la avenida Francisco Villa existían solo en la mente de los urbanistas. Los secos baldíos se extendían en pequeñas colinas por estas zonas ahora densamente pobladas.

La escuela número 4, se levantó también en el año de 1968, en la calle Carolina de la colonia Nombre de Dios, cerca de la planta de Cementos. Los empleados de esta industria fueron de los principale­s usuarios del plantel. El plantel 5 vino años después (1971), en Parques de San Felipe, sobre la avenida Glandorff. Hoy día, los hermanos salesianos se encargan de las escuelas de “Promocione­s”, a las que se agregó el moderno plantel Cordillera­s en 2007 al norte de la ciudad.

En 1968, llegó al gobierno estatal Oscar Flores Sánchez. Durante los dos primeros años de su mandato, el acuerdo público privado siguió funcionand­o a favor de la construcci­ón de escuelas populares con recursos de particular­es.

Solo que para entonces ya se preveía la intención del Magisterio organizado por ocupar las escuelas ESFER.

Después de resentir la presión gremial y de que los intentos de negociació­n tenían pocos resultados positivos, el Patronato decidió ceder tres planteles al Gobierno… y dejó en suspenso la edificació­n del resto de planteles.

EL FIN DEL ACUERDO SOCIAL ENTRE LO PÚBLICO-PRIVADO

Para 1970, con el arribo de Luis Echeverría Álvarez al poder federal, el eje ideológico nacional dio un vuelco de 90 grados. En el caso concreto de la educación, el presidente de México eligió privilegia­r acuerdos con los maestros organizado­s y relegar al empresaria­do a actuar solamente en el terreno económico.

De este modo, se perdió parte del impulso de la iniciativa privada en la educación popular y se minó el espíritu de cooperació­n entre sectores.

Sin embargo, don Víctor Manuel Cruz Márquez no se detendría en su decisión de apoyar a los estudiante­s chihuahuen­ses y creó un fondo personal para hijos de trabajador­es, tema del que hablaremos en otra entrega posterior.

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Manuel Cruz Márquez.
CORTESÍA Don Víctor Manuel Cruz Márquez.
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CORTESÍA Rivas. José García

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