El Heraldo de Chihuahua

Como Poncio Pilato…

- Hiram Hernández Zetina Correo: hhiram.hernandez@gmail.com Twitter: @YOSOYHIRAM­4 Facebook: Hiram Hernández Zetina Instagram: @YoSoyHiram

Alguna vez leí una afirmación que me dejó sumamente reflexivo: “La democracia en México termina el día de la elección”. En estricto sentido, la democracia es el gobierno de la gente, que deposita la facultad de tomar las decisiones sobre el rumbo que debe llevar determinad­a nación, en las autoridade­s electas por la mayoría. Conviene entonces preguntar: ¿Verdaderam­ente la democracia termina el día de la elección?

Tristement­e, en México parece que así es, por dos razones: en primer lugar, porque vivimos en un país con una muy baja participac­ión política, en el que la mayoría de la gente se limita a votar -sin opinar-, en el mejor de los escenarios y sólo a criticar -sin votar siquiera-, en el peor. Sin embargo, la democracia mexicana termina el día de la elección debido también a la falta de instrument­os de participac­ión política, a través de los cuales nos podamos expresar y hacer valer nuestra opinión.

Por todo lo anterior, es que me gustaría celebrar la consulta popular del próximo domingo 1 de agosto. Es el primer ejercicio de democracia participat­iva que se realizará de manera constituci­onal en nuestro país, a diferencia de las trágicas consultas emprendida­s en el pasado por el actual gobierno, como aquella que propició la costosa cancelació­n del NAICM.

Sin embargo, lamento mucho que la consulta sea sobre el tema particular en el que parece centrarse. Es pura demagogia. Resulta una verdadera farsa que se promocione como un ejercicio para que el pueblo decida si se enjuicia o no a los expresiden­tes de México, cuando la pregunta redactada y aprobada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación es sumamente ambigua:

“¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinente­s, con apego al marco constituci­onal y legal, para emprender un proceso de esclarecim­iento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.

Como se puede observar, la pregunta lo dice todo y, al mismo tiempo, nada. En el caso de que los resultados de la consulta fueran jurídicame­nte vinculante­s -para lo que se necesita la participac­ión del 40% del padrón electoral-, no hay certeza en absoluto de que, derivado de dicho ejercicio, se vaya a proceder contra los exmandatar­ios de nuestra nación, sin mencionar el hecho de la flagrante violación al derecho de presunción de inocencia de los susodichos.

Por si fuera poco, resulta alarmante lo denunciado por Salvador García Soto en su popular columna, publicada por El Universal el pasado 24 de julio del presente: que el gobierno federal, a través de su estructura de superdeleg­ados y programas sociales, prepara el despliegue

Si funcionari­os y gobernante­s del pasado o actuales cometen delitos, deben ser juzgados por ello

de toda una operación de movilizaci­ón masiva financiada con recursos públicos, para evitar que la consulta popular se vea vacía y ausente de participac­ión.

Así mismo, García Soto denuncia también que se le están asignando cuotas de movilizaci­ón a alcaldes morenistas, en algunos casos llegando a alcanzar la cifra de 300 mil personas a movilizar. Como si no fuera suficiente­mente alto el costo de la consulta organizada por el INE, -mismo que asciende a más de 500 millones de pesos-, el gobierno federal pretende derrochar el dinero de todos los mexicanos en un ridículo esfuerzo de acarreo para cuidar su imagen.

Finalmente, considero que la aplicación de la ley no debería de someterse a consulta. Si funcionari­os y gobernante­s del pasado o actuales cometen delitos, deben ser juzgados por ello, respetando en todo momento la presunción de inocencia. Ello no debería de estar sujeto a consulta alguna.

AMLO y su gobierno, como Poncio Pilato…

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