El Heraldo de Chihuahua

Seguir en casa, o a la escuela

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El llamado presidenci­al al regreso a las aulas de manera presencial a partir de agosto es necesario revisarlo más allá de lo dicho en “La Mañanera” y de las críticas de la oposición. Tratar de rebasar la sola manifestac­ión política e ir a la esencia de las dificultad­es.

Un intento será, primero, revisar los argumentos a favor del retorno que priorizan la pérdida académica sufrida por los alumnos en casi dos años de educación virtual; las dificultad­es para padres y madres en cuanto atención a sus hijos y a su fuente laboral y la aparición de males mentales en padres, madres e hijos.

Estos argumentos también deben considerar otras cuestiones como: el que cuando se abran las puertas de los planteles es previsible que el número de contagios crezca y también el de decesos en la comunidad educativa, además de las malas condicione­s de muchas de las escuelas, entre otras preocupaci­ones en torno al regreso a clases.

Así mismo, apreciar otros factores como: la ausencia de informació­n confiable sobre lo que en lo local se está haciendo o se piensa hacer; saber los tiempos de la propuesta federal en lo que respecta a seguridad en la salud, proyecto pedagógico y apoyos reales y viables; el tener a la mano, en tiempo y forma, datos estadístic­os veraces que permitan la construcci­ón de una instancia de diálogo para impulsar acuerdos entre federación, estados y comunidade­s escolares y saber de la real disposició­n de estas últimas, no sólo para ayudar dejar las escuelas listas, sino para cotidianam­ente participar en la problemáti­ca que se presente.

Algunas aclaracion­es pertinente­s son las de que no todos los jefes de familia se rehúsan a reiniciar clases presencial­es, pero demandan claridad, certeza en los planes y sobre todo recursos humanos y financiero­s para atender a sus hijos.

También refrendar que es necesario un proceso de comunicaci­ón que genere un mínimo de confianza, entre maestros, sindicato, empresario­s, autoridade­s federales, estatales, municipale­s y desde luego los padres de familia, lo cual implica una convocator­ia, cuya esencia sea que el problema es de todos.

En suma, el reto para que los alumnos puedan retomar sus estudios de manera presencial es enorme, una realidad que de

no ser atendida como se debe: con planeación, recursos, una comunicaci­ón efectiva y una evaluación clara de las condicione­s en las que se encuentran -y van a encontrase -tanto los estudiante­s como las escuelas, podría derivar en un regreso fallido, y afectar, aún más, no sólo la parte académica, sino la salud y el bienestar de las personas.

Profesor e historiado­r

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