Eduardo Fernández A
La reducción de recursos,
Un ejemplo de ello es el desabasto de medicamentos, el cual de acuerdo con un reporte del colectivo Cero Desabasto, de diez recetas que expiden las clínicas públicas sólo se surten cinco. El IMSS representa el 54% de este desabasto médico, el Issste el 30%, el Insabi el 9% y el restante 7% sería de los subsistemas estatales y de Pemex.
La carencia de medicamentos en el sector público no es una novedad, pero en este sexenio ha aumentado significativamente, afectando sobre todo a los pacientes de enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y la artritis.
Pero además con la Covid-19 se han agudizado las carencias en clínicas y hospitales públicos, como la disponibilidad de camas y de medicamentos para el tratamiento de otras enfermedades.
Asimismo, las consultas se han diferido por más tiempo y ya no se diga las operaciones, lo que agrava el estado de salud de los derechohabientes, la mayoría de los cuales no cuentan con los medios para acudir a los hospitales privados.
En el mismo tratamiento de la epidemia del coronavirus se han hecho evidentes las carencias de lo que debería ser el sector prioritario del gobierno.
En algunos nosocomios es recurrente la queja de que carecen hasta de alcohol y de otros medios para atender a sus pacientes, por lo que éstos tienen que costearlos, pues una buena parte de ellos sólo les dan la atención médica.
Esta “cubanización” del otrora eficiente sistema de salud pública ha sido lenta pero desgastante desde los anteriores sexenios, pero menos se justifica ahora con un gobierno que diariamente afirma ser distinto a sus antecesores.
Por ello no deja de extrañar este grave descuido de lo más importante para el mexicano, su salud.
El desabasto de medicinas ha sido característico del actual gobierno federal y de algunos estatales sin que hasta el momento hayan mejorado este problema que continúa aumentando y afectando a miles de familias.
Los pacientes más afectados han sido los de la tercera edad, por ser quienes más padecen de enfermedades crónicas, pero también niños como los que sufren de cáncer y tienen ya más de dos años sin recibir su tratamiento por falta de medicamentos.
El octogenario secretario de salud federal llamó “exagerados” a los padres de estos infantes que continuamente han protestado en las calles por este desabasto, que hasta ahora no ha sido resuelto a pesar de las recurrentes promesas oficiales.
Ahora bien, no sólo los pacientes padecen esta situación anómala en el sector salud, sino también el personal médico que en lugar de contar con el equipo adecuado para enfrentar la pandemia sólo recibe honores por su sacrificada labor diaria.
Si antes era un lujo enfermarse en México, ahora es todo un calvario para la mayor parte de la población, pues además de no contar con recursos para atender sus padecimientos, tampoco tiene el apoyo que deficiente y todo le brindaban antes los centros de salud públicos.
La salud es un derecho básico de todo mexicano, por lo que no puede continuar siendo tratado como algo secundario a la hora de decidir los presupuestos. Más que evasivas y promesas, los ciudadanos requieren de un servicio médico público que les ayude realmente a enfrentar sus enfermedades en forma eficiente y digna.
la mala administración gubernamental, la pandemia y otros factores han afectado al de por sí deficiente sistema público de salud nacional.